“Hacemos a mano, no hay otra opción”

Conclusiones del informe sobre trata del colectivo LGTBIQA+ ecuatoguineano

Texto por: Gonzalo Abaha Nguema Mikue

El engaño, rapto, fraude, abuso de poder, concesión o recepción de pagos o beneficios con el fin de promover, facilitar o comercializar la prostitución por cuenta ajena es practicar trata.

En Guinea Ecuatorial, a pesar de darse esos casos, por cuestiones culturales y por haber normalizado la situación, no hay consecuencias ni es aplicable la ley vigente (Ley número 1/2004, de fecha de 14 de septiembre, sobre tráfico ilícito de migrantes y la trata de personas). Les habitantes del país se han acostumbrado a ver a mayores de edad acostándose con menores a cambio de dinero. No sólo no está mal visto sino que es una práctica culturalmente aceptada, y, por ende, también por las familias, sobre todo, por aquellas carentes de recursos económicos.

Existe un choque entre la cultura, que engloba el pensamiento local, y las leyes, incluyendo todos los instrumentos jurídicos que se han adoptado a nivel nacional e internacional con la pretensión de finalizar con la trata en la República de Guinea Ecuatorial [1].

[1] Ley número 1/2004, de fecha de 14 de septiembre sobre tráfico ilícito de migrantes y la trata de personas/ Plan Nacional de Acción para la Prevención y Lucha contra la Trata de personas (2019-2021)

Las tradiciones étnicas del país favorecen el incremento de la trata con fines de explotación sexual en las niñas cis heteros y niñas trans. Basta con echar un vistazo a cualquier barriada de las grandes ciudades del país para observar la cantidad de matrimonios infantiles y matrimonios forzados que hay, pero también niñas cuidando a sus vástagos con el dinero de sus amantes, quienes, en su mayoría, son adultos conocidos por las familias.

El informe publicado por el colectivo Somos Parte Del Mundo saca a la luz una realidad que el grueso de la población no considera problemática y lo hace con el objetivo de informar acerca del riesgo que corren las menores cis y trans de la nación. Pues bien, es en dicho texto en el que se basa este artículo.

La trata que se lleva a cabo recibe el nombre de ‘gestión de chavalitas’ y en entornos más populares la llaman ‘a mano’. La expresión ‘a mano’ hace alusión a la idea de cobrar al contado y antes de haber ofrecido el servicio sexual. Si se hace así es debido a que muchos clientes se negaban a abonar el importe acordado y acababan saliéndose con la suya, puesto que la persona que les ofrecía sus servicios no se atrevía a denunciar por temor a la condena que podría recibir en dependencias policiales. Así las cosas, la frase completa sería ‘el dinero a mano y después follamos’ 

Lo curioso de esto es que no resulta extraño que, a veces, sean las propias menores, ya sean cis o trans, las que se encarguen de la gestión de la actividad sexual de otras menores. Se explotan mutuamente buscando obtener un beneficio y quienes solicitan sus servicios son hombres con un alto poder adquisitivo y de edad muy avanzada a los que se conoce como ‘maduros’ ,‘sugar daddy’, ‘ansu-papy’, ‘chobanda’, ‘mi mayor’ o ‘mi persona’, entre otros apelativos. 

Cabe destacar que los instrumentos de lucha contra la trata en Guinea Ecuatorial no incluyen a personas LGTBIQA+. Las leyes no les amparan, únicamente protegen a personas cis heteronormativas. Teniendo en cuenta lo anterior, no se consideran delitos aquellos actos de violencia, trata y demás violaciones de derechos humanos cuyas víctimas sean personas homosexuales y/o transexuales. Eso, por supuesto, incluye a les menores trans.

Más allá de a quiénes protege (o no) esa ley, merece la pena pararse a analizar si se implementa. Lamentablemente, la falta de aplicación de la ley sobre trata está conectada con el hecho de que los poderes públicos de Guinea Ecuatorial no reconocen la trata de personas como un problema arraigado en el ámbito nacional sino como un mal importado. Así lo contempla el Apartado II titulado: Antecedentes del Plan Nacional de Acción para la Prevención y Lucha contra la Trata de personas (2019-2021) [2]

[2] Por una parte, nuestro país está siendo acusado de no hacer nada para combatir el fenómeno de la trata de personas en el país. Por otra, a nivel global Guinea Ecuatorial ha luchado siempre contra este fenómeno y considera que no forma parte de su cultura.

No obstante, el informe en el que se enmarca el presente artículo revela que el hogar, para las personas trans, es un espacio de violencia y violaciones en donde padecen unas experiencias tan brutales que les causan severos problemas de salud mental de por vida.

Los castigos dentro del ámbito familiar son la norma para la gente LGTBIQA+. Sus parientes les hacen pasar hambre, no comparten objetos con elles para, supuestamente, no contaminarse o contagiarse (de su disidencia) y las palizas y regañinas son una constante en su día a día. Pero hay más, las curanderías tienden a ser una de las opciones cuando las reprimendas y privaciones domésticas no son suficientes. En ellas, les obligan a lavar y limpiar la casa del curandero y a tener relaciones sexuales forzadas con “personas del sexo opuesto”. También resulta habitual que les internen en iglesias, diversos templos de cultos y conventos con la esperanza de que dejen de ser, a su modo de ver, homosexuales. Las técnicas que suelen usarse ahí son exorcismos e imposición de ayunos. 

Si después de estos protocolos la familia comprueba que le menor continúa igual, deciden echarle de casa, previa confiscación de toda su documentación (carné de identificación, pasaporte, carné de estudiante, certificado de nacimiento, partida de bautismo, etc.). La razón que esgrimen para hacer algo así, es que “si la persona no cambia es porque no quiere”.

Violencia contra personas transexuales en Guinea Ecuatorial. Somos parte del Mundo(Vilaweb.cat)

En la calle, sin nada ni nadie, lo único que le menor trans piensa es en comer y poder llegar al día siguiente. Preocupaciones cotidianas en otres jóvenes, como los estudios, desaparecen ya que prima sobrevivir. Lo único que le queda a las niñas trans para mantenerse es acostarse con señores/as a cambio de unos cuantos FCFA (francos CFA). Otra vía es conseguir niñas cis heteros o bisexuales que estén pasando por la misma situación de desalojo y pobreza y entregárselas a adultos adinerados con el fin de que se acuesten con ellas. A cambio, se llevan un porcentaje por la gestión. Por desgracia, la ‘gestión de chavalitas’ es más habitual de lo que la sociedad admite o quiere ver. 

La aparente amistad generada entre las niñas trans y las niñas cis hetero en el ambiente de la trata es, en realidad, con fines de explotación sexual. Existe una creencia en Guinea Ecuatorial que afirma que todos los ‘maricones’ (así es como llaman a las niñas trans) tienen contacto con niñas bonitas. El colorismo imperante establece que las más bellas son las más claras, de ahí que las niñas mestizas sean las más hipersexualizadas y las principales víctimas de esa trata a nivel interno, por ser las más solicitadas. Las demandas se realizan por WhatsApp o de manera presencial a altas horas de la madrugada y los contactos se los pasan entre los mismos clientes. Los ricos se acercan a las mujeres trans con mucha discreción por miedo a acabar “manchados” de por vida. Aparte de que la prostitución que, por la moral católica-cristiana de herencia colonial, está muy mal vista, está el hecho de haberse acostado con, a sus ojos, “un maricón”. En la idiosincrasia de los diferentes pueblos/etnias del país, el trabajo sexual se condena y equivale a fracaso, no obstante, su práctica es frecuente, eso sí, de manera clandestina. 

Continuando con hechos reprobados socialmente pero comunes, las niñas trans, en ocasiones, no solo son abusadas por quienes demandan sus  servicios sino que además se convierten en sus camellos, entrando a formar parte del engranaje del tráfico de drogas. Si fallan con el pedido, son torturadas y encerradas por los clientes que han llegado a fidelizar. El castigo también puede consistir en que las cambien de ciudad. En este sentido, es bastante habitual, que se produzcan traslados de niñas trans y cis en aviones y barcos militares por orden de superiores invisibles y con poder. 

En lo relativo a la propia transacción, las niñas cis hetero solo esperan recibir dinero a cambio de sexo, sin embargo, les toca soportar absolutos calvarios: las golpean en pleno acto sexual o las obligan a estar mucho más tiempo del acordado y con diferentes personas. Por si eso no fuera suficiente, son insultadas o pagadas con obsequios en vez de dinero (IPhone, bolsos de Prada, pelucas costosas, etc.). No es raro que a muchas las obliguen a drogarse para que puedan resistir al conjunto de hombres que se presenta por sorpresa para tener sexo, ni tampoco que las graben sin su consentimiento. Todo esto ocurre en las casas privadas y hoteles de lujo de ciudades como Malabo, Oyala, Bata, Mbini o Ebibeyin.  Las niñas trans, en cambio, son tratadas como seres místicos. Se piensa que para escalar social y económicamente hay que acostarse con ellas, porque están poseídas por espíritus capaces de ayudar en esa escalada al poder o a mantenerlo. El sexo con las niñas trans es diferente, en lugar de drogar a las niñas, tal y como se hace con las menores cis, es la persona que solicita los servicios sexuales la que se droga. Lo hace para no acordarse de “ haberse acostado con un hombre”, lo cual considera aberrante.  A veces, quienes mantienen sexo con ellas, en esa especie de rituales, lo hacen a altas horas de la noche, trazan una línea con un líquido rojo desde la nuca hasta el ano y no utilizan preservativo ya que piensan que eso bloquearía el desarrollo correcto del proceso. Se cree que si la niña trans sangra es mejor puesto que transmite el poder con más facilidad.  Este tipo de rituales se realizan cuando se acercan las elecciones, cuando existe un cambio de gobierno o cuando alguien desea tener un puesto relevante en cualquier empresa, vamos, cuando se quiere acceder al poder. Al finalizar el acto, dentro de alguna habitación secreta, las menores son golpeadas por las personas que les han pedido los servicios y se les recuerda que son hombres y que deben cambiar. Es la culpabilidad que siente el cliente por haber penetrado a “otro hombre” lo que provoca que sienta que debe golpear a la menor trans. Muchas no son pagadas, se les echa de mala manera o se les paga menos de lo acordado.

Sean niñas cis o trans, más tarde o más temprano, acaban viviendo con alguna ETS, traumas y problemas de salud física y mental. 

El informe del colectivo LGTBIQA+ Somos Parte Del Mundo recoge que “el 74% de las personas encuestadas reconocen haber viajado por ocio y ‘gestión de chavalitas’ —adolescentes, heterosexuales y LGTBIQ+— preferentemente ‘Ansu Fatis’ “ (en Guinea Ecuatorial se llama así a las niñas que oscilan entre los trece y diecinueve años, que son un atractivo sexual para hombres muy mayores con dinero, y que son buscadas con fines sexuales por estos). A un porcentaje importante de ellas se les ha arrancado del lugar en el que habitan y las han hecho viajar de manera clandestina en aviones militares y barcos, a petición de hombres con poder.

La investigación realizada por el colectivo, a través de una encuesta, desvela muchas verdades sobre la situación de la trata con fines de explotación sexual y laboral en Guinea Ecuatorial. Verdades que es importante contar para acabar con ellas.