Negrx complicadx y Negrx buenx

Cuando una persona negra defiende su negritud, es inevitable evitar que sea encasillado como unx «negrx complicadx y problemáticx».
A la gran mayoría de las personas blanco-mestizas no les agrada para nada que las personas negras —afrocolombianas— defendamos nuestra negritud; les incomoda cuando se combate su racismo naturalizado y normalizado; se resisten a admitir que su comportamiento es racista. Incluso en algo que es tan obvio como llamarte por tu nombre, usan expresiones racistas como «mi negrx», «mi niche», «morenx». Esta práctica está tan naturalizada en la sociedad que cuando les haces caer en cuenta de que eso no está bien, que es un lenguaje racista, inmediatamente la persona que ejerce este racismo naturalizado se molesta contigo, diciendo que eres exagerado, que tienes problemas de autoestima, que eres resentido, acomplejado. De inmediato, empiezan a construir alrededor de ti un ambiente hostil porque no te dejas domesticar. 

Una de las cosas que a mí me ha sucedido es que cuando hay otra persona negra en un mismo espacio laboral que admite que le traten de esa manera racista naturalizada, las personas blanco-mestizas que ejercen ese racismo empiezan a decirte cosas como: «esx otrx negrx no es complicado como tú», «tú eres muy complicadx», «te molestas por todo», «no eres unx negrx chévere», creando así una especie de diferenciación entre «negrxs buenos» y «negrxs malos»
He trabajado con personas negras a quienes les parece bien que les digan cosas racistas como «trabajando como negrx». Ellxs se ríen, les parece gracioso todo eso, incluso la manera infame como erotizan a las mujeres negras. Se trata de personas negras que asumen una postura pasiva frente al racismo, siempre buscando encajar en cualquier entorno. 

En el 2021 tuve una experiencia en un ambiente laboral muy cargado de racismo, un racismo normalizado que muchos negrxs que estaban allí ayudaron a naturalizar: prefirieron no decir nada, solo murmuraban sobre ello. En ese entorno laboral había un evidente trato diferenciado racista y se podían escuchar expresiones como «negrearon la entidad», «ustedes se parecen todxs». Estos comentarios eran muy frecuentes y, con el tiempo, resultaba usual escucharlos, ¡les salían de la boca de una manera tan natural! Esto no se quedaba solo en los comentarios, sino que incluía una cantidad nefasta de comportamientos racistas. Se trataba de un racismo sin racistas como lo dice el profesor Eduardo Bonilla-Silva en su libro (2003): “un racismo sin responsables, sin mecanismos para frenarlo, naturalizado incluso por algunxs negrxs que dicen no verle nada de malo”.

Lo más perverso del sistema es cuando se logra tener negrxs que niegan el racismo, porque un «buen negro» en una sociedad racista es aquel que no habla de racismo y que inclina la balanza a favor del opresor. Ya lo dijo  Simone de Beauvoir: "El opresor no sería tan fuerte si no tuviese cómplices entre los oprimidos".  Lidiar con esto no es fácil y es abrumador escuchar a personas negras decir que ellxs no paran bolas a eso, mientras sus superiores les acosan con una carga laboral demasiado alta y, al mismo tiempo, ejercen sobre ellxs un rechazo racista. 

En un acercamiento directo, muchas personas pueden decir que no hay racismo en Colombia. También existen quienes desconocen su racismo velado, oculto, tan trivializado socialmente que puede pasar incluso desapercibido.
Aquí lxs racistas no son reconocidos abiertamente, además de ser un delito —quizás por eso— difícil de denunciar y superar, también existe una negación en la sociedad. No está claro por qué las dinámicas del racismo cambian, pero sigue ahí, aún hoy, implícito en los comentarios sobre el pelo y la piel, en el miedo a cruzarse con una persona negra en la calle, en la visión estereotipada de una sexualidad diferente. Quienes sufren racismo enfrentan obstáculos concretos para acceder a bienes, servicios y derechos, además de problemas psicológicos generados por problemas de aceptación y baja autoestima.

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