Papi dame leche: seamos una perra en calor

Fotógrafa: Josefina Santos - The New York Times

Por: Waquel Dullard

Resulta fundamental hablar de sexualidad, sobre sus múltiples y válidas expresiones. Con este texto pretendo hacer una crítica puntual y breve al feminismo blanco, por puritano, moral y cristiano. Es un acto de racismo, clasismo y colonialismo moral que el feminismo desde su hegemonía teórica y colonialidad discursiva, censure, cancele y condene al silencio a otras sexualidades que no le parecen políticamente correctas o adecuadamente feministas para representar la liberación sexual de las mujeres, ya que comprende que toda expresión de la sexualidad de cualquier mujer es parte del monopolio del feminismo como movimiento universal y eurocentrado. Ellas son las que dicen: “si puedes expresar tu sexualidad es porque se lo debes al feminismo”, aunque digas que no lo seas. 

Hablemos claro desde el inicio, estoy hablando de Tokischa, quien no la conoce le recomiendo que pare de leer y ponga “Tokischa” en Spotify o YouTube y sabrá de quién se trata. Es una mujer joven - de 25 años - negra y bisexual, de un barrio popular de Santo Domingo (República Dominicana) - rapera, denbowsera y reguetonera. Ella, a través de su música, dice lo que todo el mundo hace y lo que pasa en un barrio cualquiera de Santo Domingo pero que no se atreven a decir en voz alta debido a la moral evangélica fundamentalista que coopta prácticamente a todo el país. 

Tokischa habla de muchas cosas, especialmente de su deseo y la sexualidad que ejerce y quiere encarnar. Antes de su presentación en los premios Billboard de 2021 le preguntaron qué esperaba de esa noche y ella respondió que “leche”, refiriéndose a esa leche que no es de vaca. Su música es emancipadora y barrial, es una acción directa contra los conservadurismos propios de los sectores fascistas y de la derecha, que son policías y guardianes de las buenas costumbres heredadas de la blanquitud.  

Ella habla de cómo quiere coger, de cómo quiere que la cojan y cómo quiere cogérselo/a,  habla de problemas de la calle, de las drogas, de las cárceles y de cómo es la vida en el bajo mundo cuando se vive en barrios del Caribe. Describe realidades y habla de sus vivencias. Es una subalterna que se atreve a hablar, exige ser escuchada y construye en la música su propio lugar de enunciación. Ella misma, en entrevistas, ha advertido lo liberador que resulta usar la letra y su música para expresar cosas que experimenta, habla de sí misma y de sus contextos, pero parece que no es escuchada por el feminismo, aunque ella nunca le ha pedido su escucha. Su rabia es ignorada a pesar de que su voz resuena en República Dominicana y en toda América Latina. 

Pese a que Tokischa ejerce autonomía sobre su cuerpo, su agencia y su autoderminación de cómo quiere hacer las cosas, arbitrariamente es leída por parte de grupos feministas como una víctima del patriarcado que debe ser rescatada, porque para el feminismo hegemónico sólo hay una forma de ser escuchada: ser mala víctima y buena feminista. Aunque Tokischa nunca ha expresado ser feminista ni representar ningún tipo de activismo, a la fuerza es catalogada como una mala feminista, una mala influencia, una mujer que no sabe lo que hace, que no se da cuenta del daño que le hace a las mujeres al decir “que es una perra en calor y que un man puede ser el rey de su popola”. Debido a esto, es silenciada por sectores conservadores de RD en nombre del feminismo, los buenos valores familiares y el futuro de la niñez, es leída como una mujer que debe ser salvada porque es víctima del patriarcado. 

No vengo a defender a Tokisha, nadie está exento/a de ejercer violencia dentro de la CIS-hetero-colonialidad que nos gobierna, cada quien resiste y hace lo que puede desde su lugar, ella es ella y su música. Que su música genere potencias políticas en mí, que despierte movimientos internos que me llevan a recordar el barrio dónde crecí en un lugarcito llamado Sabana Perdida - en el Caribe - es problema mío, no vengo a hablar por Tokischa ni a hacerla lider de nada, solo vengo a denunciar el salvacionismo blanco y el racismo discursivo del feminismo hegemónico en contra de la expresión sexual de cuerpos que no se ajustan a la moral blanca feminista del buen comportamiento.

Esto me gustaría explicarlo en los siguientes 4 puntos:

1. Empecemos diciendo que cierto feminismo se niega a reconocer el deseo, la agencia, el placer y la autonomía de las expresiones sexuales no blancas

Afirmar que el reguetón, el dembow, el rap, la música barrial y urbana son por definición misóginas y violentas, es un ejemplo racista y clasista de la colonialidad feminista que habla en nombre y por les/las demás. Si bien esta canción puede ser racista, como lo son la gran mayoría de productos culturales, también se ha dicho que la canción “Perra” de Tokischa en colaboración con JBalvin, es una canción misógina que debe ser silenciada.
Quisiera primero preguntar: ¿qué producto cultural de Occidente, en especial de la cultura mainstream de la industria de la música, del cine, del arte etc… está libre de reproducir sesgos patriarcales y racistas? ¿Por qué siempre las expresiones culturales y artísticas que se fugan de las clases altas y blancas son las que están fiscalizadas, criminalizadas y bajo constante escrutinio?
Las respuestas a estas preguntas yacen en lo que Samuel Huntington, en su texto “The Clash of Civilization and the Remaking of the World” - 1996, definió como la supremacía occidental : aquella que concibe sus valores, principios y, en general, a la civilización occidental como la medida del mundo, superior y verdadera por sobre cualquier otra cultura.
Este supremacismo blanco también ha sido interiorizada por cuerpos no blancos de esta región, localizada en el “Tercer Mundo”, por lo que no será sorpresa que te topes con negras poetas feministas latinoamericanas que digan: “Tokisha es un peligro para la juventud”.
Con esto trato de decir que siempre hay una clase de superioridad blanca del feminismo occidental que cataloga lo que es permitido y lo que es ilegal. Muy parecido al debate acerca del trabajo sexual: por un lado lo consideran violento por patriarcal y pretenden abolirlo yendo en contra de las reivindicaciones y los derechos de las trabajadoras sexuales, mientras por otro lado, dignifican y defienden la servidumbre de sus “muchachas” -sirvientas y trabajadoras domésticas racializadas y precarizadas, seguramente mal pagadas y explotadas, e incluso, secuestradas en contextos como el de la pandemia provocada por Covid19-.
Lo que quiero demostrar es la gravedad del racismo en cierto feminismo que cataloga como “misógina” una expresión artística popular, barrial y contextual como el dembow/rap/trap/reguetón, legitimando otras formas artísticas que consideran válidas por ser blancas.
Esta crítica no se limita a la canción perra, escuchen “eres el rey de mi popola, bellaca,  desacato escolar, mala, singamo” etc. 

2. El derecho a la autonomía ha sido uno de los campos de disputa del feminismo

Se ha debatido sobre quién decide sobre el cuerpo sexuado, sobre el acceso al aborto, sobre el ejercicio pleno y libre de la sexualidad, sobre la anticoncepción, sobre el trabajo sexual, etc. Siempre la autonomía, la autodeterminación y el control por la sexualidad y el cuerpo han sido debates interminables e importantes para el feminismo. Sin embargo, parece que este lema liberal e individualista que reza: “mi cuerpo, mis derechos”, en defensa de la agencia sobre la subjetividad propia, termina cuando se trata de mujeres negras barriales diciendo cómo y en dónde quieren coger. Parece que, para el feminismo, es explotación y no autonomía cuando una mujer expresa que quiere ser una perra en calor que desea leche y que tiene calentura vaginal. Bien sabemos a estas alturas del partido sobre la importancia del consentimiento, no estamos frente a un caso de violación, dejemos el doble estándar y la hipocresía: si hay consentimiento se vale que en nuestras relaciones queramos ser unas perras en calor, se vale desear una nalgada e incluso se puede practicar BDSM (disciplina, dominación, sumisión y masoquismo).
Es preocupante que en vez de ser un movimiento subversivo, el feminismo cada vez más está deviniendo en iglesias pentecostales que se articulan con grupos conservadores, con valores blancos de la derecha y con poderes fácticos que históricamente nos han querido controlar y disciplinar como forma de vehiculizar sus fines e instrumentalizar nuestras vidas. En este  sentido hay que cuestionar fuertemente este feminismo blanco, moral y terf,  que fiscaliza la sexualidad y válida cuál es permitida y cuál no, porque esta clase de hipocresía sexual solo está de acuerdo con la liberación y el empoderamiento de las mujeres cuando se tratan en términos de la blanquitud y se limitan a hablar de “amor propio y vulvas diversas y lindas”, pero desvaloriza y disciplina la sexualidad desbordada, negra, periférica y brutalmente confrontativa de subjetividades desclasadas que perrean hasta el  suelo y habitan los márgenes de las fronteras de los Estado-naziones. Todo esto tiene nombre: es RACISMO. 

3. La profesora Karina Bidaseca habla sobre las violencias que práctican  “las mujeres blancas que buscan salvar a mujeres color café”

Retomando a Gayatri Spivak quien denuncia la violencia epistémica que ejerce Occidente sobre el “Tercer Mundo” cuando habla sobre los “hombres blancos que salvan a mujeres de piel morena de hombres de piel morena”.
Con esto tratando de denunciar la “retórica salvacionista” que usa el feminismo, que a estas alturas ya es hegemonía, al silenciar las voces de mujeres racializadas e imponer su visión cristianocéntrica y moralmente superior del mundo. Creo que cuando cierto feminismo censura y clasifica de misógina la música y expresión sexual de mujeres raperas y reguetoneras del Caribe, violenta e instrumentaliza el discurso de la  igualdad de género y del feminismo para castigar a aquellas narrativas que signifiquen una amenaza a la razón del feminismo blanco. Esto también es salvacionismo blanco.
Otra cosa necesaria para poner sobre la mesa es que el feminismo solo reconoce el racismo como sistema de opresión cuando desean salvar a mujeres prietas de sus hombres prietos, es decir, usan el racismo como discurso para ser racistas, son unas hipócritas. YA CÁLLENSE POR FAVOR !!

4. Por último, se escudan en JBalvin

No defenderé a JB, no defenderé lo indefendible, solo diré que se ha mal usado el discurso de la misoginia y el racismo para callar, estigmatizar y criminalizar la voz que representa una subversión al orden evangélico que influye en el contexto dominicano y regional. Tampoco defenderé el racismo del video de la canción Perra, lo que sí me parece preocupante es que feministas renombradas de la región criminalicen y cancelen a Tokischa y consideren sus letras y música como peligrosas para las niñas, usando la falacia de “hazlo por los niños” que apela al infante y al futurismo reproducitvo heterosexual (pensando en Edelmán), para consagrar el orden del poder y sus relaciones de jerarquización. Eso también es racismo.
Me sorprende enormemente que hablan de sororidad y se llevan entre las patas a la “compañera”, pero ya sabemos que la sororidad es un pacto racista. También me sorprende que valoren la expresión de la sexualidad de mujeres barriales y negras como moralmente inapropiada, reproduciendo los estereotipos de “ la mujer bestia negra y caliente y aquella narrativa esencialista que afirma que las mujeres son menos sexuales que los hombres.
Todo esto también es violento y profundamente RACISTA, repito. 

No quiero finalizar esta reflexión sin antes enfatizar en la importancia de reconocer el lugar de privilegio que ocupamos en el mundo, no se confundan, el privilegio son dos cosas juntas: poder y humanidad. Urge liberarnos de la violencia epistémica y el colonialismo teórico que ejercemos y de la carga moral que arrastramos, propia del occidentalismo cristiano que pretendemos universalizar, y sobre la incapacidad que tenemos de reconocer que el subalterno puede hablar y muchas veces; contrario a lo que afirmó Spivak, tienen y construyen sus propios espacios de enunciación, siguiendo a Rita Segato. La música urbana, el rap, el trap, el reguetón, el dembow y el perreo… son lugares políticos y válidos para ser escuchados, bailando y perreando. Silenciarlos es silenciar a mucha gente racializada que desde ahí resiste y existe. Hay que sacar la moral y la culpa blanca de nuestros cuerpos y entregarnos al perreo, se vale ser una perra en calor. Y, a propósito, aprovecho para enviarle un mensaje a mi crush: Papi dame leche. 

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