CIENCIA NEGRA

CAPITULO I. Tilahun D. Yilma

NOTA: en el presente espacio de Ciencia Negra, pretendo visibilizar a negrxs africanxs y afrodescendientes que, desde su ámbito, han contribuido al avance de la ciencia. A muchxs de ellxs no les hemos estudiado porque no nos lxs expusieron, en cambio, forjando en nosotrxs la idea de que las personas negras, lejos de contribuir, hemos optado por esperar la “divina mano salvadora” leuco-occidental. Por ello, los artículos de este espacio pretenden rendir homenaje a quien hizo, sobre quien pocas veces se enseñó y, a quien no se le reconoció como debería.

Gracias.

Por: @Bronny

Fuente foto: Escuela de medicina UC-Davis

¿Sabías que una de las vacunas contra la peste bovina - una de las enfermedades de origen vírico más devastadoras en el reino animal - fue desarrollada por un hijo de Afrika?

Pero antes, hagamos una ligera introducción.

Desde que la vida surgió en nuestro planeta ha habido elementos que han generado problemas para la continuidad de la misma en seres pluricelulares.

A medida que las formas de vida se volvían más complejas, y con sistemas de órganos más sofisticados, algunos microorganismos podían enfermar al huésped de una manera más virulenta y otros, en cambio, directa o indirectamente les hacía la vida posible. La vida en la tierra se generó en un clima en el que casi no había O2 (oxígeno). Las bacterias anaerobias, por ejemplo, pueden vivir sin oxígeno, más concretamente las fotosintéticas; a las que debemos todo. Estas bacterias utilizan la luz del sol como energía y el material de desecho se llama oxígeno, en otras palabras, estamos aquí gracias a las bacterias.

La bacteria Helycobacter pylori puede provocar fuertes y peligrosas úlceras estomacales, esta bacteria destruye la mucosa estomacal construyendo amoniaco gracias a la urea. Por el contrario, las bacterias del género Lactobacillus son ultra beneficiosas, pues gracias al enorme ambiente ácido que generan hacen muy difícil que otras bacterias potencialmente patógenas puedan desarrollarse.

Pero si hablamos de virus - mayormente no son entidades vivas - se diferencian de las bacterias pues son considerados directamente partículas infecciosas replicantes - ojo, no todos nos afectan -, y necesitan sí o sí a un huésped para generar la reprogramación celular, infectar y replicarse. Los diferentes virus se especializan según cada ser vivo, así pueden afectar a animales, plantas o humanxs. Es decir, las bacterias se pueden dividir por sí mismas y, pese a que existen algunas que nos provocan enfermedades, son muy necesarias para la vida. En cambio, los virus necesitan introducirse a partir de células que les permitan multiplicarse porque, a diferencia de las bacterias, no disponen de mecanismos propios para llevar a cabo esta tarea y no son partículas que vengan a hacernos nada bueno.

Una de las enfermedades de origen vírico que más destrucción causó en muchos animales, e indirectamente en los seres humanos, fue la peste bovina, también conocida como Rinderpest. La enfermedad se conoce desde las primeras interacciones humano-animales en Eurasia. De hecho, ha ocasionado millones de pérdidas en sendos continentes a lo largo de la Historia. En la Península Ibérica se cuela por el año 1774 a través de la frontera francesa con el País Vasco.

La peste bovina afectaba a bóvidos como las ovejas, antílopes, jirafas, vacas y ciertos mamíferos herbívoros. La enfermedad afectó con especial virulencia a gran parte de África, provocando hambrunas letales que se cobraron la vida de millones de personas.

Esta terrible enfermedad letal y altamente contagiosa causó: disentería, deshidratación, hiperpirexia, lesiones necróticas, ulceración bucal y una agónica muerte pocos días después de haberla contraído.

El virus que provocaba este mal pertenece a la familia Paramyxoviridae, cuyo género es morbillivirus. Por cierto, hoy se cree que la enfermedad del sarampión - que afecta al ser humano - tiene su origen en las mutaciones del virus de la peste bovina entre los siglos XI, XII.

La peste bovina se introdujo principalmente en África, tras el primer intento de invasión y posterior colonización de Italia a Etiopía. En 1888, las tropas asentadas en lo que hoy es Eritrea llevaron vacas infectadas con el virus.

Italia, que ya llevaba un tiempo como estado reunificado, estaba “atrás” en eso de la colonización y expansión de su influencia en el continente africano. En 1896, el país mediterráneo se ve incapaz de dominar a unas personas a las que consideraban inferiores, la batalla de Adwa supuso la humillación italiana y el triunfo de los etíopes liderados por Menelik II. La victoria etíope contrastó con el mal que dejaron aquellas vacas enfermas. La gran hambruna de 1888-1892 dio muestras de ello. Con el paso de los años la enfermedad se extendió por parte de África y la muerte de los animales con las consecuencias terribles que esto provocó se convirtieron en algo cotidiano. Bien es cierto que se desarrollaron vacunas pero su eficacia no era robusta y la enfermedad seguía ganando en todos los frentes.

África, y un mundo cada vez más globalizado y con más necesidades, necesitaba una solución.

El 15 de diciembre de 1943 en Bulki - Etiopía - nace Tilahun Daniel Yilma. Uno de los científicos más influyentes en la comunidad negra.

Siendo pequeño acostumbraba a ver la desolación que dejaba tanta muerte animal en su país. Su abuela le contaba historias de cómo las tropas italianas introdujeron la enfermedad, y, según reconoció años más tarde el propio Yilma, “soñaba con erradicar la enfermedad”. Pocos creyeron en el joven Yilma pero la enorme vocación del pequeño aumentó con los años. Comprendió que iba a necesitar romper muros, estudiar mucho y demostrarse aún más.

Siendo joven, plenamente consciente de los problemas Norte/Sur y tras estudiar dos años universitarios en Etiopía, se mudó a mediados de los años 1960s a EE. UU. para finalizar sus estudios. Es allí donde entiende de manera más directa los problemas raciales a los que las personas negras se enfrentan día a día. Había emigrado a un país donde aún permanecían las restricciones al voto para las personas negras, entre otras formas de agresión, y siendo consciente de esta realidad estaba decidido a contribuir a la comunidad sin olvidar su sueño de niño.


En 1970 consigue su doctorado en veterinaria, centra su investigación en las especialidades de inmunología, virología y microbiología.

Con la mirada puesta en África y en Etiopía en particular, y con un brutal esfuerzo detrás, Yilma anuncia al mundo que ha logrado desarrollar una vacuna eficaz en contra de la peste bovina. Ahora sabía que el sueño de erradicar la enfermedad podía hacerse realidad.

Entre los 1970s y parte de los 1980s el incansable Yilma rastrea la enfermedad y vacuna a miles de animales. También logra desarrollar con gran éxito un kit para el diagnóstico rápido de la peste bovina y crea otros para enfermedades zoonóticas (aquellas enfermedades que saltan de animales a humanos).

A finales de los 80 el veterinario Jeffrey Mariner logra desarrollar una vacuna termoestable, este hecho fue de gran ayuda en muchas zonas cálidas de África pues no necesitaba refrigeración durante 30 días. 

La reducción de la incidencia de la enfermedad suponía que menos personas muriesen de hambre. La dependencia, en gran parte del continente, de la utilización de los animales en la cotidianidad hizo que el problema alcanzase dimensiones enormes. El virus acabó con el 90% del ganado de Etiopía, provocando millones de muertes en el continente. No solo no se podían alimentar, sino que se quedaban sin la ayuda indispensable para arar los campos.

En 2011 la OIE (Organización Mundial de Sanidad Animal) confirmó la erradicación de la peste bovina. Yilma había contribuido en gran medida a que este mal terminase: Yilma había cumplido su sueño de niño.

Aparte de desarrollar métodos para mejorar la eficacia en las vacunas recombinantes, Yilma también centró gran parte de sus energías en las investigaciones contra el SIDA. 

Ha recibido no pocos honores por su enorme contribución a la ciencia: el Ciba Geigy - el reconocimiento más importante de la ciencia animal - es una muestra de ello. También es miembro de la Academia Americana de Microbiología y ha podido ser asesor de numerosos órganos de investigación en países de todo el mundo. 

Yilma ha puesto gran énfasis en la educación de los jóvenes afro estadounidenses y africanos. 

“Creer en el camino que aún no has recorrido es de valientes (...)Las piedras que te impidan caminar serán palabras, pero las huellas que dejes cuando mires atrás, serán tu sueño hecho realidad”.