John Becerra contra el racismo en el trabajo

En la foto John Becerra.

En la foto John Becerra.

Por Yeison García

Esta entrevista tiene especial relevancia para mí, por mi origen afro- colombiano. La historia de lucha del hermano John Jak Becerra nos pone frente al racismo histórico y estructural que hay en Colombia, las formas en las cuales han resistido las personas negras, afrocolombianas, cimarronas, palenqueras y raizales y los logros políticos que han conseguido en los últimos años. 

Es imprescindible escuchar voces como la del hermano John, pero aún más necesario es apoyar su lucha, visibilizarla, difundirla, darle cobertura económica y política. Hay que cuidar a los y las que defienden la vida, la dignidad y la igualdad en contextos tan desiguales y violentos como es el colombiano. 

Les dejo con esta entrevista para que les permita mirar Colombia desde los ojos de un afrocolombiano

¿Quién es John Becerra?

Soy un hombre descendiente africano, Afrocolombiano activista, nacido en Bogotá, Colombia, Sudamérica, y me crié en el departamento del Chocó biogeográfico, una región ubicada en el Occidente de Colombia, en el pacífico con mayoría absoluta de comunidades afrocolombianas, aproximadamente el 90%. Donde también encontramos a Buenaventura, Tumaco, Guapi, Nuqui, entre otros municipios y pueblos afrocolombianos y negros.

Gracias a la lucha que usted realizó, en 2017, la Corte Constitucional colombiana reconoció el primer caso de racismo laboral, ¿qué avances, a nivel de protección contra el racismo en el ámbito laboral, ha provocado esta sentencia favorable?

Realmente mi lucha inició oficialmente en el 2012, cuando empecé a confrontar el racismo y la discriminación racial, en el ámbito laboral, del cual fui víctima en mi primer trabajo aquí en Bogotá, Colombia. En el 2001 conseguí un empleo, donde me vi obligado a renunciar por el acoso laboral racista en la empresa donde trabajaba, que iba desde el lenguaje racista de parte de compañeros blancos mestizos, y hasta por los jefes que en algunas ocasiones también empleaban acciones racistas. Esto me afectó mucho obviamente y me puso a pensar mucho respecto al racismo normalizado en Colombia. 

Conseguir empleo en el sector privado o público en Colombia no es fácil para una persona negra o afrodescendiente, así que en el 2012 luego de haber tenido que renunciar a dos empleos anteriormente por las mismas circunstancias. Estaba trabajando en una empresa donde el racismo era quizás más explícito, muy frontal. La primera frase que escuché en mi primer día de trabajo fue “ahora les dio por contratar negros”, así que ese lugar de trabajo se convirtió en una bomba  atómica,  cargada del virus del racismo con palabras como: “mono, mico, gorila y toda clase de trato despectivo racista”. No tuve más alternativa. Luego de intentar mediar con los directivos, dándoles a conocer los ataques  racistas, para que los ataques cesarán, al no haber respuesta, me tocó denunciar ante la Fiscalía General de Colombia por racismo en el 2013. Ya no aguantaba más el acoso racista en ese lugar, pero como el racismo en Colombia es institución, es estructural además sistemático, la denuncia no prosperó en la Fiscalía, quien es el ente acusador en Colombia.

Durante un tiempo, estuve peleando contra un sistema racista. Ya no eran solo los racistas de la empresa. El sistema me menospreció, aplicándome su racismo institucional, y no tenía una organización de base que me apoyara de lleno. Así que conseguí en internet una ONG llamada Dejusticia y allí estudiaron mi caso. Me sugirieron ir a las cortes. Fue así como armaron una estrategia de litigio para ir a la Corte Suprema de Colombia y en junio del 2018 la Corte se pronunció a mi favor luego de años de lucha.

No fue el primer caso en el que la Corte Constitucional de Colombia se ha pronunciado. Ha habido otros casos con similitud, solo que mi sentencia tocó un poco lo estructural. El lenguaje racista sí importa, sobretodo en materia de amparar nuestros derechos fundamentales como afrocolombianos para la no discriminación racial en el trabajo- También importan las implicaciones de dicha vulneración y las posibles formas de eliminarla, evitarla y tratarla, en particular en el entorno laboral.

Los avances, si se implementa la sentencia, serían muy importantes. Pero lamentablemente la institución encargada de implementar la sentencia T 572-17 es el Ministerio de Trabajo de Colombia. Y en noviembre de 2019, solo habían implementado un 60% de las 5 órdenes, siendo una de las más importantes la de crear una ruta de atención para atender todos los casos de racismo y discriminación racial en el entorno de trabajo. Ésta no existe hasta la fecha, pues la implementación no se ha dado y existe poca información al respecto.

A nivel personal ¿ha tenido consecuencias?

Claro que sí. He tenido consecuencias muy graves. En noviembre del 2017 una empresa me despidió, al enterarse de mi acción antirracista, en uno de los diarios más importantes del país. Desde allí, nadie me volvió a dar empleo en el sector privado. Una funcionaria de la agencia de cooperación llamada OIM me envió a una oficina de la Agencia de Empleo Público en el centro de Bogotá en el 2018, y esta me dijo que mi peor error fue denunciar y que “en esos casos, es mejor no denunciar”. Pese a que el funcionario le explicó mi situación, ella me hizo ir para reprochar mi acción, y nunca me llamaron de esa agencia de empleo. Las consecuencias emocionales y económicas son incalculables, asistía a una iglesia cristiana y como el 99% eran blancos mestizos, y aquí como han normalizado el racismo, me empezaron a señalar y me dejaron solo.

El movimiento afro- colombiano ha conseguido cambios a nivel de marcos políticos y jurídicos ¿cuáles considera que son los más importantes?

Yo creo que después de la Constitución de 1991, se pueden resaltar varios aspectos positivos. Sin duda la ley 70 de 1993 de diversidad étnica y cultural y ordenamiento político, pero como suele suceder en Colombia, todo se queda en un papel. El estado no ha tenido voluntad política, se anteponen otros intereses por la estructura de poder, especialmente en el territorio ancestral, como los asesinatos a líderes sociales, el desplazamiento masivo en el territorio, el abundo del estado, el racismo institucional, etc. Esa ley tiene por objeto reconocer a las comunidades negras que han venido ocupando tierras “baldías” en las zonas rurales ribereñas de los ríos de la Cuenca del Pacífico en especial.

¿Qué piensa de la relación entre el movimiento social afrodescendiente y las instituciones del Estado colombiano? ¿Cuáles considera que han sido los grandes aciertos de esta relación? ¿Y los grandes errores?

Pienso que esa relación es muy compleja en Colombia, porque el racismo en Colombia es institucional y sistemático. Y creer que desde allí se hacen las grandes transformaciones es equivocado, pues no es así. Las bases del movimiento afro se han afectado, pues el neoliberalismo está fundamentado totalmente en el capitalismo, y capitalismo sin racismo no hay.

La activista ambientalista y defensora de los derechos humanos afro-colombiana, Francia Marquez, ha presentado su candidatura a las elecciones del 2022 a la presidencia de Colombia ¿Qué le parece el paso que ha dado Francia Marquez? ¿Cree que su candidatura tiene opciones en un país como Colombia?

Francia Elena Márquez Mina es una activista muy valiosa y valiente. Es en el momento la líder más importante del pueblo afrocolombiano, una mujer que se ha destacado por su lucha en contra de la minería, que arrasa el territorio ancestral, y también en territorio nacional, pues la minería “ilegal” permitida por el mismo gobierno, nos afecta a todos los Colombianos sin distinción, acaban con nuestros páramos y nuestras fuentes hídricas. Las multinacionales nos dejan las ruinas, y el resultado es más pobreza y miseria. 

Su candidatura a la presidencia de Colombia es importante. Es la oportunidad de construir un proyecto político propio, y lo que ella representa, la lucha por el territorio, pero también la identidad de una mujer negra cimarrona y la idea de que nosotros nos podemos organizar políticamente. En la búsqueda de un lugar propio en el espacio político,  es importante para que haya viabilidad al mismo tiempo. No será fácil, pues el racismo estructural está allí, pero es importante frente a la fractura del valor de la vida en Colombia.

¿Qué le gustaría decirle a las personas negras africanas y afrodescendientes que se están movilizando en diferentes partes del mundo contra el racismo? ¿Qué le diría a la juventud afro movilizada?

A las personas negras africanas y afrodescendientes, les diría que tenemos que seguir luchando, no bajar la guardia frente al racismo sistemático. Debemos unir esfuerzos para enfrentar al virus más antiguo de la humanidad que es el racismo. Los jóvenes deben incursionar en la lucha de creer que sí se puede cambiar nuestro entorno, y que jamás permitan que la indiferencia los invada, y la prepotencia. El racismo es una estructura violenta y sistemática.