Patrick Kelly, raza y moda hechas uno

Retrato de Patrick Kelly

Retrato de Patrick Kelly

 

Por Catalina del Mar

-Patrick, ¿a qué se debe la presencia en su taller de tantas muñecas negras, desde Tía Jemimas y Hottentots hasta barbies y músicos de jazz, algunas cargadas de estereotipos negativos?

Él responde.-No todos son malos, algunos son bonitos y me hace feliz coleccionarlos. Los ofensivos son para recordarme a mí mismo que tienes que luchar para ser libre y feliz.

Este diálogo pertenece al reportaje que Ben Brantley le hizo al diseñador mencionado anteriormente, para el número de marzo de Vanity Fair en 1988. Las fotografías corren a cargo de la mismísima Annie Leibovitz.

 
 
Elaboración de Catalina del Mar

Elaboración de Catalina del Mar

 

Patrick Kelly nació un 24 de septiembre de 1954 en Vicksburg- Mississippi. Criado principalmente por su madre, profesora de economía doméstica quien le enseñó a dibujar y por su abuela, después de que su padre abandonara la familia. Su carácter de luchador incansable se forjó desde muy temprana edad, pues era un chico gay negro educado bajo las leyes de Jim Crow abriéndose paso por el mundo. Su colegio recibía libros usados por niños blancos. Éstos llegaban llenos de notas y dibujos con insultos racistas, experiencia dolorosa que marcó profundamente al diseñador.

Collage realizado por la autora del texto.

Collage realizado por la autora del texto.

Su interés por la moda surgió en la escuela primaria. Su abuela le traía ejemplares de Bazar y Vogue de casas de familias blancas donde trabajaba como empleada doméstica. Al no ver ninguna modelo negra en las fotografías le preguntó el motivo, a lo que ella respondía señalando que “ningún diseñador tiene tiempo de crear para las mujeres negras”. Se propuso entonces aprender a coser y diseñar para ellas, sin importar su talla ni su edad. Después de graduarse del instituto en 1972, asistió brevemente a la Jackson State University de Mississippi , donde estudió Historia Negra e Historia del Arte en un ambiente donde convivió con el racismo pre-derechos civiles antes de mudarse a Atlanta con 18 años. 

Allí trabajó en una tienda de segunda mano (AMVETS) donde modificó vestidos y abrigos de diseño donados, para después venderlos junto con sus propias creaciones en una tienda dentro de un salón de belleza. Al mismo tiempo, trabajaba gratis de escaparatista en la boutique local de Yves Saint Laurent. Mientras ganaba experiencia, consiguió una beca en la Parsons School of Art. Sin embargo, su plaza fue retirada tras una entrevista con el decano alegando motivos raciales. Consiguió ahorrar y pagar un semestre, pero finalmente abandonó sus estudios por no poder costearlos. En 1979, conoció a la supermodelo negra Pat Cleveland, quién asombrada por su talento lo animó a mudarse a Nueva York. Tras un año malviviendo allí y frustrado por no conseguir ningún empleo -los diseñadores se burlaban de aquel chico negro con tales aspiraciones-, Pat le regaló un billete de ida a París. Comenzó cosiendo disfraces para bailarines en Le Palace 54, donde compartió piso hasta con doce personas, todas interesadas en diseñar pero sin dinero para alquilar un taller. Así confeccionaba sus prendas y las vendía en las calles parisinas. Además trabajaba como freelance en la línea de baño de Benetton. De esa época cuenta que fue una prueba de fuego para él; que algunos restaurantes del Boulevard Saint- Germain le regalaban comida y hasta un cliente londinense le donó una máquina de coser. 

Vendiendo abrigos a la salida de una iglesia conoció al representante de fotógrafos Bjorn Amelan, quien se convertiría en su socio y pareja sentimental, impulsando de forma notable su carrera. Ambos unirían sus honorarios para la siguiente colección de Kelly, quedándose en números rojos debido a la inversión. En 1984, le presentaron sus diseños a Françoise Chassagnac de Boutiques Victoire, quien les otorgó un espacio de showroom y comercializó las prendas en tiendas de lujo como Neiman Marcus y Bergdorf Goodman. 

Con tal repercusión, en 1985 Elle Francia publica seis páginas dedicadas a sus vestidos tubulares de jersey. En 1987, Linda Wachner del conglomerado empresarial Warnaco firma con Patrick Kelly un contrato de 600 millones de dólares para respaldar y producir su ropa de mujer en EEUU, Europa y Japón. Con ello, logra mucha visibilidad y los encargos no se hacen esperar. La princesa Diana, Naomi Campbell, Grace Jones, Madonna, Isabella Rossellini, entre otros, conforman su clientela. En 1988, se convierte en el primer estadounidense y afroamericano en formar parte de uno de los grupos de moda más importantes a nivel mundial, la Chambre Syndicale du Prêt-à-Porter (Asociación comercial de la industria francesa de prêt-à-porter / listo para llevar) codeándose con firmas como Yves Saint Laurent, Chanel y Christian Dior. Esto le permitió ser parte del calendario de la Semana de la Moda de París y presentar sus colecciones en el Museo del Louvre.

 
 
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Elaboración de la propia autora del texto.

 
 

Sus desfiles eran a menudo performance donde las modelos eran las protagonistas, bailaban, sonreían y se divertían. Eran fiestas con música de Michael Jackson o “Respectable” de Mel & Kim de fondo, justo lo contrario a lo que se suele hacer en los desfiles convencionales con modelos lo más inexpresivas posibles para que la atención quede en la ropa. Kelly hizo literalmente lo que le dio la gana, rompía con estereotipos rígidos y celebraba la vida.

 
 

Sus diseños estaban influenciados por la década de los 80 y la silueta con grandes hombreras, aunque sin perder la proporción. En vez de construir líneas rectas a modo de rectángulo dominaba a la perfección los tejidos elásticos, ciñéndose a las curvas naturales de la mujer. En contraposición a estas prendas, siempre incluía otras con vuelo y volantes. Las modelos giraban sobre sí mismas, mostrando la gracia de las faldas y vestidos. No escatimaba en accesorios: sombreros, tocados, turbantes, guantes y colaboraciones con diseñadores de joyas y calzado para completar sus looks -en los que a menudo vemos influencia de Elsa Schiaparelli, por ejemplo empleando una torre Eiffel como tocado o el propio cabello de la modelo a forma de lazo-. Aparte de sus característicos botones de colores, aprendidos de su abuela que cansada de que su nieto los perdiera de las camisas, cosía otros nuevos sin importar tamaño ni color, también empleaba apliques de perlas y muchos lazos. Usaba cremalleras metálicas vistas en faldas, vestidos y tops. Sus diseños incluyen muchos colores aunque siempre destaca uno, presente en todas las colecciones y otorgándole mucha importancia, el negro ¿Coincidencia? Del mismo modo, versionaba una y otra vez, con increíble creatividad y dominio de la sastrería la dupla de chaqueta y falda, cada vez con un estampado y patronaje diferentes.

 
Collage por Catalina del Mar

Collage por Catalina del Mar

Consiguió plasmar y honrar su imaginario del sur profundo de EEUU. Era audaz y profundamente revolucionario, fiel a sus raíces negras, inspirado en las mujeres que acudían impolutas a las misas de domingo. Él, sentado en un banco las observaba como en un desfile de sofisticación y elegancia. Las mujeres portaban sombreros de ala ancha, tejidos de colores luminosos y abanicos de papel que mitigaban el fervor por el señor. Kelly quiso mostrar quién era y qué pensaba. Luchó ferozmente para abrirse paso en una industria que hoy en día sigue dominada por blancos. Salió de la nada y lo consiguió todo en un periodo de tiempo muy corto. 

Durante su trayectoria exploró temas importantes para él como la teoría del color, la abstracción social, los textiles y la identidad racial y de género con connotaciones políticas. Reinterpretó y se apropió de símbolos de la iconografía racista de EE.UU. como la sandía, haciendo tocados, bolsos y pendientes con esta forma.

 
 
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Vestidos característicos de mujeres afroamericanas para ir a la Iglesia

 
Simbología racista utilizada en publicidad y diseños de Patrick Kelly

Simbología racista utilizada en publicidad y diseños de Patrick Kelly

Conjunto inspirado en Josephine Baker con una falda de plátano, en colaboración con David Spade.

Conjunto inspirado en Josephine Baker con una falda de plátano, en colaboración con David Spade.

 
Diseños a partir de elementos utilizados en publicidad racista.

Diseños a partir de elementos utilizados en publicidad racista.

Piezas de collage realizadas por la autora del texto

 

El golliwog, un personaje negro ficticio que apareció por primera vez en un libro para niños en inglés en 1885, descrito como “feo pero amigable” y “horrible, el gnomo más negro”, se convirtió en una muñeca que era popular entre los niños hasta la década de 1970. Se reprodujo en etiquetas de mermeladas, cubiertos para niños, pines o naipes de la empresa Robertson en el Reino Unido. En los cuentos infantiles eran representados despectivamente como ladrones, delincuentes e incompetentes. Patrick Kelly regalaba 800 broches de golliwogs de plástico al mes a las damas de la élite parisina y a todo aquel que pisara su atelier (taller) en el centro de la ciudad. Lo plasmó en las bolsas oficiales de su firma, en zapatos o a modo de estampado textil. 

Su activismo generó mucha polémica. No fue comprendido de la forma correcta por muchos periodistas de moda que cubrían sus eventos. A pesar de las críticas, él demostró valentía y orgullo por ser un hombre negro. Tomó aquello que lo hirió profundamente en su infancia para llegar a lo más alto de la moda, todo un ejemplo para lxs diseñadores afro actuales. Hay que comprender bien su contexto, al fin y al cabo un diseñador se nutre de su entorno, le inspira todo a su alrededor, y la lucha por los derechos civiles y el movimiento LGTBI, obviamente no iban a quedar fuera de su imaginario. A pesar de vivir en París como un reputado diseñador de moda, no renunciaba a su peto vaquero, su coleta y su barba, lo que muchas veces le causó que le negaran la entrada a hoteles de lujo o cenas de gala; que ningún taxi le parase en la calle o clientes que al verlo en el taller pensaran que era el repartidor. Al observar fotos del prestigioso Gordon Parks que retratan la segregación en 1956, podemos entender qué significaba realmente esta prenda para él.

Patrick Kelly murió de SIDA a los 35 años, el 1 de enero de 1990. Estaba en la cima de su éxito, produciendo su línea para Warnaco además de otros contratos, incluido uno para Benetton, mientras desarrollaba líneas de lencería, perfumes y ropa de hombre. Fue coetáneo de Yohji Yamamoto y Rei Kawakubo (Comme Des Garçons). Aunque no obtuviera la misma relevancia en la historia de la moda que ellos, su legado tiene una importancia tremenda en diseñadores como Jeremy Scott, Gerlan Jeans o Ágatha Ruiz de la Prada.

 
 
Collage creado por Catalina del Mar, autora del texto.

Collage creado por Catalina del Mar, autora del texto.

 
Prendas de otros diseñadores inspirados en Patrick Kelly

Prendas de otros diseñadores inspirados en Patrick Kelly

Collage realizado por la autora del texto.

 

Kelly está enterrado en la 50 división del cementerio Père- Lachaise de París. Independientemente de su inmenso talento y su éxito cosechado con gran esfuerzo, su ejemplo ha sido borrado sistemáticamente de los temarios de muchas instituciones que imparten Diseño de moda. Como comunidad, debemos recordarlo siempre por comprometerse con las luchas raciales sin miedo y con mucha sensibilidad. Actualmente lxs diseñadores negrxs representan apenas un 1 % de todxs lxs creadores exhibidos por Vogue Runway, el principal sitio online para seguir las colecciones de las semanas de la moda en el mundo. Nos queda mucho, muchísimo por conseguir en esta industria, pero no debemos olvidar la estrecha relación entre moda y activismo. Gracias infinitas Patrick Kelly, seguimos tu estela.

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