Hoy en día podemos reconocernos como disidentes sexuales en nuestra propia comunidad y eso es reconfortante y sanador

Foto by Lucía Asué Mbomio Rubio

Foto by Lucía Asué Mbomio Rubio

Con gran trayectoria en el mundo feminista y antirracista madrileño, Mayoko defiende “lo queer” como “algo profundamente negro”. De Origen Ndowé, incisiva y crítica, interpela la supremacía blanca y las formas homogeneizantes de las sexualidades disidentes. Escuchar y leer a esta hermana implica recorrer las resistencias moleculares de cuerpos no heterosexuales en nuestros propios espacios negros y al mismo tiempo, evidenciar la resistencia cotidiana ante la persecución de nuestros cuerpos por la supremacía blanca heteronormativa. Mayoko  ha aprendido a “habitar la frontera”, combina sensibilidad-firmeza , empatía para tejer comunidad posicionándose como un cuerpo disidente sexual. 

por iki yos piña narváez

@parchitapower

IY: ¿Quién es Esther (Mayoko) Ortega?

EM: Es una mujer negra lesbiana nacida en Madrid y criada en Móstoles, así que una bollera afromostoleña. De mamá andaluza y padre guineano. Hoy me pregunto si se puede ser Ndowé de Móstoles.

IY¿Qué significa para ti ser una persona negrx, disidente sexual-queer en el Estado Español?

EM: Lo que siempre me ha marcado ha sido mi negritud. Desde pequeña, mis primeros recuerdos tienen que ver con la negritud y la marca de diferencia que ésta conllevaba en el estado español (con minúscula). La conciencia de ser disidente sexual llegó después. La intersección de mi negritud y mi sexualidad han marcado mi vida adulta de forma definitiva. El sentir que no encajaba totalmente en ningún espacio, la fetichización de la negritud en el mundo bollo y el rechazo a mi sexualidad en los espacios negros. Ha sido aprender a habitar en la frontera y aprender a estar siempre alerta.

IY:“siempre fuimos/somos raras” ¿Por qué enunciarte como Queer?

EM: Es curioso porque nunca, hasta que viví fuera del estado español, me enuncié como queer. Yo siempre me he pensado como una negra bollera. Sin embargo, creo importante luchar desde nuestras negritudes por los significados. En ese sentido, entiendo que a lo queer se le ha intentado despojar precisamente de su negritud, se ha intentado hacer un ejercicio de “blanqueamiento” del término y es por eso mismo, que reivindico lo queer como algo profundamente negro. Las personas negras siempre hemos sido consideradas como “raras”, como “extrañas”, que son acepciones que tiene el término queer, además de ser el insulto en inglés relacionado con la sexualidad disidente. Así que sí, lxs negrxs siempre hemos sido queer. Además, hay que reivindicar una genealogía negra de las prácticas que producen la reapropiación de ese insulto como un lugar de lucha y en el origen de esa genealogía está Marsha P. Johnson.

 IY¿Cómo reivindicas tu sexualidad en tus espacios cotidianos? ¿Sientes que es importante hacerlo?

EM:Creo que mi corporalidad negra bollera no es leída como heterosexual, o lo es difícil y forzadamente. En ese sentido, mi forma de ocupar el espacio público creo que hace su trabajo, en el sentido de cuestionar la normatividad de género y la normatividad sexual. Creo que es muy importante hacerlo y, en ocasiones, explicitarlo. Considero muy importante explicitarlo en nuestra comunidad porque ha sido algo de lo que se ha hablado poco y solo recientemente.

IY:¿Cuáles recuerdos son importantes para ti al narrar tu historia en el movimiento feminista y disidente sexual en Madrid?

EM: Pues recordándolo ahora, creo que es importante que siempre busqué mi espacio y mi voz. La conciencia de negritud siempre estuvo muy presente en mis acciones políticas mas cotidianas. Desde ahí era que partía mi activación política, muy desde el hacer y establecer alianzas con otras cuerpas disidentes al sistema cis-heteronormativo. Cuerpos racializados y migrantes que resistíamos conjuntamente, acuerpadas. Es tiempo de contar esas historias también porque si no parece que el movimiento feminista o la disidencia sexual en Madrid han sido homogéneos y la verdad que no, no lo han sido. Lo que pasa es que las migrantes, las racializadas, estábamos peleando campos interseccionales en los que la “raza” no era nombrada, lo que no significa que no existiese.

IY:¿Qué ha sido lo más difícil y lo más interesante, curioso, particular o agradable de tu relación con colectivos transfeministas en Madrid?

EM: Cuando yo estaba más activa en estos movimientos ni siquiera se nombraban/nos nombrábamos como transfeministas. Lo más difícil fue ser consciente de una cierta instrumentalización de nuestros cuerpos y nuestros discursos. Lugares que habían sido para mí, casa; espacios de cuidado que en un momento dejaron de serlo. Por otro lado, es un espacio que me permitió crecer y empoderarme, y en gran parte sanar las heridas por mi no pertenencia a una comunidad en la que sentía que no podía estar a menos que silenciase mi disidencia sexual, algo inasumible para mí, tanto entonces como en la actualidad.

Afortunadamente, hoy en día podemos pensarnos y reconocernos como disidentes sexuales en nuestra propia comunidad y eso no sólo es reconfortante y sanador sino que es importante para las generaciones que vienen.

IY:¿Qué haces para autocuidarte, defenderte ante ataques cotidianos o cuando te sientes frágil?

EM: Refugiarme en mis espacios y con mi gente. Mi familia y mi familia de elección. Es fundamental cuidarnos y autocuidarnos porque el mundo para nosotras es sumamente hostil.

IY: ¿Crees que necesitamos estar presente como negrxs, disidentes de género: trans, bolleras, queer, en todos los espacios? ¿O es un precio muy alto el que pagamos?

EM: Creo que es un precio alto el que pagamos, algunos cuerpos más aún pagan uno altísimo, a veces inasumible; pero sí creo y asumo que debemos estar y que de hecho, estamos. Nuestra sola presencia confronta la blanquitud de esos espacios.

IY¿Qué nos queda por conseguir a 50 años de stonewall?

EM: Todo. En primer lugar, que se deje de asumir que el espacio de protesta que abrió Stonewall fue blanco y homonormativo, porque no lo fue. Fue una revuelta encabezada por cuerpos negros y de otras comunidades racializadas, una revuelta de cuerpos que llevaban siglos resistiendo a la cis-heteronorma.

IY:¿Sientes que tenemos que reivindicar nuestras sexualidades ancestrales para escapar del dispositivo normalizante  de la lucha TLGBQ+ contemporánea?

EM: Definitivamente sí. Porque en tanto que disidentes negras nunca vamos a ser aceptadas en los círculos de la normalidad, y algunas tampoco queremos. Además, esta reivindicación de nuestras sexualidades ancestrales es una herramienta de lucha contra el homonacionalismo de los estados occidentales que ahora-que está bien blanqueado- se abanderan los discursos TLGBQ+ y se proponen como ejemplo a seguir en Derechos Humanos. Cabría preguntarles si esos Derechos Humanos TLGBQ+ son para todas las personas disidentes sexuales o sólo para aquellas que se pueden enmarcar y nombrar a través de su dispositivo normalizador.

IY:¿Qué le dirías a todos lxs blancxs de la comunidad de “disidencias sexuales”, autoproclamados TLGBTQ+ que se abandera de la lucha de disidencias sexuales y desconocen qué vidas/cuerpos iniciaron las revueltas de Stonewall?

EM: Que se aparten, porque vamos y no vamos a pedir permiso. La “inocente ignorancia” es una de las armas preferidas de la supremacía blanca y hay que desvelarlo. 


negrxsMGZ AF