Encuentro en las sexualidades ancestrales una posición para decolonizar nuestros deseos

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Esta pájara caribella se desplaza siempre con una poética vibrante en sus plumas. Su escritura es un arma. También es su defensa. Jeannette reivindica su afrodescendencia y su no heterosexualidad invocando al Caribe de Aguas Dominica-Haitianas y a los Loas. Escucharla implica escuchar las voces críticas de las pájaras prietas que huyen al proyecto heterocivilizatorio. 


By iki yos piña narváez

@ParchitaPower


IY: ¿Quién es Jeannette Tineo?

J: Un cuerpo alma caribeño. Una espía del criollismo y el mulataje.  Soy “culo inquieta”, cimarrona. Una afrodiaspórica feminista, pájara a ratos, poeta sin métrica, hago confesiones todo el tiempo. Me gusta lo pequeño, imperfecto y monstruoso. Con frecuencia  presto mis orejas a las historias de la falta y la re-existencia. Necesito hablar-escuchar, seguramente porque «el chisme es comunal»,  como diría la hermana de Gladys. Me siento devoradora, caníbal y salvaje. Pertenezco a un largo trenzado  de coexistencia en el mar ennegrecido. Mi espíritu es «yolero»; con cantos, bailes, oraciones y tambores, como antes «me alzo» de la  blanquitud. Mi gente prieta que me dicen ciguapa, «brujita». 

IY: ¿Qué significa para ti ser una persona negrx, disidente sexual-pájara-migrante-caribeña?

J: Vivir al revés. Respirar y sentir que la sangre corre por mi cuerpo caliente. Escaparme de la pretensión de la dominicanidad impuesta: no parecer negrx.  Para mí la disidencia sexual negra diaspórica significa quebrar la blanquitud: quebrar sus lógicas, ensuciar ennegrecer los contornos metropolitanos. En fin, disfruto mucho fugarme de la «nación heterosexual». Desde muy niña,  me di cuenta que mi deseo no era ser una «buena dominicana», huí de eso. Me gusta pensar que mi deseo, entrecruza el mar, abre caminos y enloquece las formas. Me gusta pensarme como una pájara que vuela con los pies en el territorio, sabiendo que «tengo un pie aquí y otro allá». Mi mundo es negro. Desde niña esa bravura  fue la que me acunó, protegió y conectó con la tierra. Han sido las pájaras prietas, mi escuela de desblanqueo. 


IY: ¿Por qué enunciarte como pájara?

J: Con la pajaritud escapo a la camisa de fuerza que supone lo LGBT. Hay un mainstream gringo – europeo que dice como tenemos que ser; cuáles son nuestras luchas, cómo gestionarlas, como desear, como amar, etc. Con la palabra pájara, busco enunciarme por fuera de esa lógica.  Tomo la palabra con la que pretenden convertirnos en desecho para invocar nuestra re-existencia. Pájara es para decir que creo en la libertad cimarrona. Me siento parte de Ayití: «como alas de un mismo pájarx». Pájara es habitar un (no) territorio que implica la imaginación de otros placeres devoradores, sucios y caníbales, en todo caso menos rosa y más negrx. 

IY: ¿Cómo reivindicas tu sexualidad en tus espacios cotidianos?

J: Parece fácil esa pregunta,  pero no lo es. Significa sobre todo nombrarme, interrumpir la escena hetero. La gente siempre habla en clave heterocéntrica, amigas, compañeras de trabajo, activismos, etc., siempre enuncian los cuerpos que desean, los cuerpos bellos, los cuerpos que atraen, etc. Me gusta  descomponer ese imaginario, quebrar ese relato, apelando al deseo de la negritud. Mejor dicho, la cama, la cocina, el baño, el metro, la guagua son lugares para dislocar el placer blanco hetero. Me gusta darme besos, abrazar, agarrar, mimar esos cuerpos que se desprecian o que no tienen el ranking top 10. Creo que me gusta pensar un mundo donde nos devoramos afectivamente, siendo capaces de gustarnos sin fronteras. 


IY: ¿Qué significa la Poesía y la escritura para ti? 

J: Respirar. Tocarme, entenderme, atreverme. Discutir con mi voz blanca todo el tiempo. 

IY: ¿Qué ha sido lo más difícil y lo más interesante, curioso, particular o agradable de tu relación con otras personas disidentes sexuales en tu diáspora?

J: Nuestras vidas migrantes no son cómodas, siempre estamos al límite de la economía, nuestros cuerpos están muy expuestos al escrutinio, a la mirada, a las preguntas, al silencio. También a la precariedad, al vivir en los bordes. A ratos quisiera estar viajando, «conociendo» al modo viajerxs españolxs, pero no hay plata, tiempo, posibilidad de gestionar así el «descubrimiento de Europa». Estos lugares los convivimos gracias  a pasión colectiva, al trueque, al rebusque, a la confianza que vamos generando entre nosotrxs, a punta de que nos llamen «racistas al revés», al punto de cerrar nuestros espacios para querernos a nuestro modo sin el ruido de las palabras y los actos del deseo blanco. Eso no es fácil, pero «tamo bregándolo». 

IY ¿Qué haces para autocuidarte, defenderte ante ataques cotidianos o cuando te sientes frágil?

J: Llorar, escribir.  Conversar con mis amigas de «aquí y de allá». Encender una velita y orarle a mis santxs. Bailar una buena bachata y tomarme un buen roncito. Busco  los abrazos transfronterizos de «aquí y allá». Veo el mar, me doy un bañito de agua dulce. 

IY: ¿Crees que necesitamos estar presente como negrxs, disidentes de género: trans, bolleras, queer, en todos los espacios? ¿o es un precio muy alto el que pagamos? 

J: La inclusión es el caramelito más apetecible de la maquinaria moderna-colonial. La presencia, la cuota, la política de afirmación positiva,  la participación ciudadana y todo esto del liberalismo político y el reformismo es simplemente agotador, es como una carrera sin fin, es la política del goteo, del confort y  de la competencia de liderazgo, ideas, acciones, etc. Estamos agotadxs por esa pretensión. No sé bien cómo escapar a esas cuestiones porque pareciera que toda buena acción o activismo se forja en el universalismo, igualitarismo, etc., y son fórmulas pensadas –materializadas por el eurocentrismo-, en ese sentido, nuestras historias, propuestas, etc. siempre quedan opacadas o bien silenciadas por prontismo, la velocidad y los tiempos de esa maquinaria  que indica que hay unas luchas más imprescindibles que otras. Por tanto, las cuestiones de racismo y disidencia sexual ocupa una «cola» que muerde demasiado al sistema que incomoda los intereses de la blanquitud, pero también a los espacios racializados. 

Pienso que  la lógica de la representación es un precio muy  alto que nos envuelve, nos seduce y nos paraliza porque nos ocupa en la «casa del amo». 

IY: ¿Qué nos queda por conseguir a 50 años de stonewall? 

J: No sé muy bien que decir. Creo que falta mucho camino en cuanto a  ennegrecer las luchas LGBT y desheterosexualizar la lucha antirracista. Creo que necesitamos acuerparnos más, atrevernos a disentir sin que la necropolítica y la lógica de la blanquitud, metida en nuestras prácticas nos mate. En fin cimarronaje es lo que hecho en falta. 

IY: ¿Sientes que tenemos que reivindicar nuestras sexualidades ancestrales para escapar del dispositivo normalizante  de la lucha TLGBQ+ contemporánea? 

J: Sin dudas. Para mí esa búsqueda política es profundamente cotidiana. Se trata de sabernos parte de una genealogía diaspórica que escapó a los contornos de Europa, que se posicionó en espacios– territorios para hacer palenque, para tejer comunalidad. Encuentro en las sexualdiades ancestrales una posición para decolonizar nuestros deseos, para abrirnos a un placer otro que no es la cama blanca, pulcra y rosa que caracterizan el capitalismo LGBT. Encuentro en nuestrxs ancestralidades de cañaveral una sublevación, un grito, un gozo inimaginable que nos conecta al mundo de los muertxs vivxs, que nos da la fuerza para siempre escondernos, escapar y desearnos; entre nosotrxs.  

IY: ¿Qué le dirías a todos lxs blancxs de la comunidad TLGBT que se abandera de la lucha de disidencias sexuales y desconocen qué vidas/cuerpos iniciaron las revueltas de Stonewall?

J: Que no expropien nuestra lucha. Que ocupen su lugar de privilegio, que hagan silencio. Que escuchen más y hagan menos explaining de nuestros propios saberes. Creo que deberían «abrir la llave del grifo» que sedan sus lugares, sus espacios y que se comprometan efectivamente con una lucha antirracista que implica más que nada reparar simbólica – económicamente nuestras historias y eso pasa ineludiblemente por soltar privilegios, posiciones, espacios, etc.  Creo que la peña blanca TLGBT necesita reconocer que su saber nos pertenece, por tanto, no es “cedernos” algo es “devolver” lo que siempre ha sido nuestro. No es una cosa de buenísmo blanco – salvador, si no de justicia reparadora-sanadora. 


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