20 de julio: Rechifla a la izada de bandera

Captura del vídeo musical This is not America de Residente ft. Ibeyi.

Sí, valdría la pena estudiar, clínicamente, con detalle, las formas de actuar de Hitler y del hitlerismo, y revelarle al muy distinguido, muy humanista, muy cristiano burgués del siglo XX, que lleva consigo un Hitler y que lo ignora, que Hitler lo habita, que Hitler es su demonio, que, si lo vitupera [critica/reprende], es por falta de lógica, y que en el fondo lo que no le perdona a Hitler no es el crimen en sí, el crimen contra el hombre, no es la humillación del hombre en sí, sino el crimen contra el hombre blanco, es la humillación del hombre blanco, y haber aplicado en Europa procedimientos colonialistas que hasta ahora sólo concernían a los árabes de Argelia, a los coolies de la India y a los negros de África.
— Aimé Césaire Discurso sobre el Colonialismo. 1955

¿Por qué la bandera de la Alemania nacional-socialista es la única que recibe el escarnio internacional al enarbolarse?

 ¿Por qué la estadounidense se exhibe con orgullo? ¿Por qué la española? ¿Por qué la colombiana?

Entre los símbolos que sostienen las fronteras de los estados modernos y que legitiman la noción de patria, las banderas son protagonistas; tanto la estatales como las autónomas o insurrectas. Ambos tipos refuerzan los Estados, las oficiales afirmándolos y las otras negándolos. Banderas oficialistas, opositoras, estatales e insurrectas se ondean y se encuentran por doquier: varían según cada lugar, y para cada quien significan algo en particular.

En las efemérides la afectación o pasión por estas insignias salen a relucir, inundando espacios reales y virtuales.

Cada bandera suscita relatos, la historia de la humanidad es el alzamiento de ellas.
— Jose Curiel

Hoy 20 de julio - en Colombia - no sólo los colores oficiales del país, que adornarán pueblos y ciudades, conmemoran la primera gesta independentista blanco-criolla, también lo harán los imponentes desfiles militares para recordarnos que el Estado está ahí, armado por si se nos ocurre algo creativo en su contra, y que esta celebración es, ante todo, bélica.

Mis recuerdos de esos desfiles son aterradores: asistí de niño, cuando el primer gobierno de Álvaro Uribe Vélez, y el éxtasis colectivo que generaba su figura, avivada por señalamientos a enemigos de la nación, lograba rebullir el sentir nacional en las personas que me rodeaban - millares - y que aplaudían y celebraban la exhibición armamentista para combatir a las guerrillas y advertirle a  Venezuela. Ante nuestros ojos desfilaban héroes que venían a salvar al país. ¿De quién nos estaban salvando? Hoy en día sabemos que, en su mayoría, de jóvenes inocentes [1].

Ahora, con la victoria de Francia Márquez y Gustavo Petro no sé cómo transcurrirá este sentir de banderas ondeando y armas en ristre. La electa fórmula presidencial representa históricamente al enemigo, a la población por la que justificaba armarse, a la población sobre quienes usaban ese ostentoso armamento, a la población que ponían en riesgo a lxs colombianxs (y que aún lxs ponen), a ellxs: lxs otrxs, lxs peligrosxs, lxs resentidxs, lxs sobrevivientes, lxs nadie.

La asistencia al desfile militar de hoy no va a tener en claro contra quién va a apuntar la milicia los fusiles que enseña. Y la milicia que marcha, no sé qué tendrá en mente acerca de defender a la patria.  

Imagen promocional del desfile este 20 de julio 2022 Fuente: vanguardia.com

Imagino que hoy la bandera estará dividida entre quienes sienten que la deben defender del peligro inminente que correrá bajo la nueva administración y quienes se sienten por primera vez parte de ella, y este último sentir no lo puedo juzgar. Además, es un motivo de peso que me ha llevado a desmarcarme del anarquismo. Sé lo que significa no sentirse parte de algo y luchar por pertenecer, defender gentilicios y colores fatuos porque: ¡SÍ, de aquí soy! El anarquismo no entiende mucho de esto, sus lecturas de base son blancas y sus grandes pensadorxs tuvieron el privilegio de desechar sus nacionalidades y banderas por delante -con ambas contaron al nacer y de ellas se despojaron cuándo así lo desearon-.

Aunque comprendo el querer identificarse con esta bandera, no lo comparto. La bandera colombiana es un símbolo que me genera repudio. Me genera temor. Porque crecí viéndola izada tras cada operación militar, ., porque crecí viéndola en cada alocución presidencial, porque me transporta a una xenofobia tremenda, porque la vistieron personas que pusieron en peligro mi vida en varias ocasiones, porque está en las prendas de la fuerza pública que me violenta a diario..porque me es toda una franja roja.    

Por la bandera se enfrentan, se agreden, mueren y matan mucho más de lo que se la gozan. Y este largo espectro de violencias, quienes no somos prototipo blanco-mestizo heterosexual, lo recibimos de la gente de bien, de la gente que saluda a la bandera colombiana, la vanagloria y canta su himno a todo pulmón.

Recuerdo que en mi último grado de colegio me rehusé a cantar el himno nacional y me sacaron a un lado de la fila, a esperar en las escaleras el final de la ceremonia. No recuerdo el motivo, creo que sólo tenía rabia y desobedecía porque sí, por inmadurez. Hoy la rabia no mengua, pero la llevo con fundamentos, la sé manejar mejor, y, sin temor a exagerar, afirmo que, para mí, la bandera colombiana me genera mayor molestia que la nazi: la segunda ha pasado de largo por mi vida pero la primera me ha hecho temer por la misma.   

Hoy se la elevará hasta el tope del asta y junto a ella se presentarán armas, como si a este país le faltará extender el tejido rojo en sus símbolos. 

[1] Ejecuciones extrajudiciales en Colombia, mal llamados: falsos positivos.