Día Internacional del Recuerdo de la Trata de Esclavos y de su Abolición

Ilustración por Elizabeth Montero @laflordeltamarindo

Ilustración por Elizabeth Montero @laflordeltamarindo

Por Gondwana, miembro del equipo editorial

Cada 23 de agosto desde el año 2017 se conmemora el aniversario de la insurrección de 1791 en la zona denominada “Saint-Domingue”, invadida por España desde 1492 y cedida a Francia en 1777 con la firma del “Tratado de Aranjuez”; territorio que hoy conocemos como la República de Haití.

¿Qué objetivos diferentes tiene este “recuerdo” del 23 de agosto con la rememoración del 25 de marzo o el 2 de diciembre? (Día Internacional de Recuerdo de las Víctimas de la Esclavitud y la Trata Trasatlántica de Esclavos y Día Internacional para la Abolición de la Esclavitud, respectivamente). Según la UNESCO el objetivo de este día es el de “recordar la importancia fundamental de la transmisión de la historia para poner de relieve la lucha contra todas las formas de opresión y racismo que existen en la actualidad”.

Entonces, ¿por qué no poner otro nombre para este “recuerdo”?. No sé si es mi inmadurez en lo político o mi desconfianza en este tipo de instituciones, pero siento que con esos nombres y con las definiciones de sus objetivos, esta institución ejerce lo que dice que quiere extinguir. Más allá de las contradicciones, ese intento de suavizar el levantamiento de un pueblo oprimido y las nulas o escasas menciones directas a los estados u organismos opresores, dan mucho que pensar. Sin que esto se entienda como un intento de romantizar al negrx como persona incapaz de cometer opresiones o caer también en contradicciones.

Entonces, ¿qué deberíamos conmemorar el 23 de agosto? ¿La revolución Haitiana? La historia de Haití está marcada, como en muchos países del Abya Yala, por las invasiones, saqueos, genocidios, conspiraciones y esclavizaciones de países europeos. Sin embargo, no podemos dejar de recordar que fue el segundo país “libre” de la colonización europea y el único país de la región dónde la emancipación de las personas esclavizadas tuvo éxito, quizás por su radicalidad, logrando la formación de un estado independiente en 1804.  Cabe mencionar que no solo ganó su independencia sino también una deuda con Francia y los bloqueos económicos de las potencias.

Como en muchos países del Abya Yala, Haití no escapa de liderazgos mesiánicos, autoritarios, corruptos y caudillistas; ignorando conscientemente, quizás, que el objetivo de la comunidad está por encima de lo personal. Cómo nos pesan, históricamente, a lo largo del continente, los malos liderazgos, las malas representaciones y la traición de quienes tienen la posibilidad de cambiar las cosas para la comunidad.


Este 23 de agosto quisiera recordar que más allá de “gritos de libertad”, “independencias” o “aboliciones”; siempre fuimos, somos y seremos libres. No necesitamos la aprobación ni la benevolencia de la blanquitud para lograr cosas para nosotrxs mismxs o para nuestra comunidad. No necesitamos mesías que nos conduzcan a la libertad. Si carecemos de algo, somos nosotrxs quienes debemos de organizarnos y  luchar por ello, así las cosas no salgan bien. Que nuestras grandezas o desgracias, sean responsabilidad de nosotrxs.