Por una descolonización del Vogue: una introducción sobre el error de mundo y nosotras las no humanas

Fotografía de Nico Cruz

Fotografía de Nico Cruz

Por Waquel Drullard

La descolonización implica necesariamente una violencia antirracista, la cual no es lo mismo al mecanismo violencia que no es más que el modus-operandi cotidiano, reproductor de mundo y subjetividades, que usa occidente como dispositivo normalizador para naturalizar el dolor y el sufrimiento de pueblos enteros. Porque sabemos que usa - europa no es pueblo. La violencia de occidente es una violencia cristiana, militar, policial, una violencia que construye regímenes de guerra para perpetuar genocidios, matanzas, masacres, torturas y someter a gente no humana a procesos de despojo, desterritorialización y esclavitud.

 

La modernidad colonial que trajo consigo el advenimiento del capitalismo, el cual como espejismo mágico se vendió como progreso, desarrollo y democracia, en realidad solo es propio de la humanidad. La realidad es que la subalternidad, el tercer mundo y las periferias, que se escapan a los centros de poder, donde están los estados - nación, las repúblicas y el corazón del pacto social euroblanco, nunca nos  consideró a nosotras las marikas, las negras, las indias, las sirvientas pobres precarizadas trabajadoras explotadas en hogares y casas de familia y de gente propietaria, las mestizas, las discas – discapacitadas y todas las no-gentes sujetas al desdén del odio por no ser ejemplares a la vista de la buena ciudadanía votante y participativa en los marcos institucionales del poder. La gente no humana que no es policía y no pide cuota en los ejércitos ni en aparatos represivos del Estado, la gente que es desechable para la máquina heterocapitalista  y escolar, que exige obediencias y disciplinas, la gente que desobedecemos el pacto de la modernidad cisheteroblanca, siempre somos manchadas, racializadas y subalternas...porque fuimos producidas así por la misma matriz de poder, porque para que exista una élite colonial rica, se necesita la contrapartida de gente pobre y marginal que es miserable y embrutecida. El dolor que sufrimos está en los cálculos del poder, ya que solo así se puede sostener la narrativa de odio que produce el error de humanidad-mundo que estamos in-viviendo. 

Pensando en Franz Fanon, en términos de la zona del ser y no ser o en Boaventura Sousa Santos en las líneas abismales del ser y no ser, la humanidad siempre está arriba, en el norte, sobre el oro robado, sobre los minerales extraídos sin consentimiento y sobre los cuerpos ensangrentados/desmembrados de las comunidades afro- indígenas no humanas que resistieron y resisten. La humanidad siempre está arriba, sobre nuestras vidas precarias, negras y racializadas, la humanidad se construyó sobre el racismo y el colonialismo que  inventó la mentira de la “raza” para auto constituirse como superiormente blancos, posibilitando un espacio imaginario de ficciones humanistas e ilustradas que fundan el excepcionalismo euro – americano – colonial – imperial y que facilita la existencia de la supremacía blanca. 

contra toda cultura 

Como la humanidad siempre es blanca, también siempre es heterosexual, siempre es ciudadana de bien y policialmente moral, siempre es culturalmente capacitada, porque como dice Gloria Anzaldúa, “la cultura la hacen aquellos que están en el poder”,  la  cual es producida para fines de explotación e interesadamente funcional al capital. Solo quienes tienen derecho a propiedad tienen intereses, las subalternidades y la no gente tercermundista no tenemos cultura ni intereses, tenemos una cosa otra que fue borrada y nomenclaturada por los códigos lingüísticos de un régimen de saber político- colonial. 

Son múltiples las culturas que tenemos que tracionar, nuestras vivencias, nuestras experiencias y nuestras senti-corporalidades  desplazadas que habitan los bordes y las fronteras del Estado – poder, escapadas del régimen heterosexual y la homonormatividad queer de la blanquitud propia de los gays humanos y trans blancas de las geografías nortecentradas que posibilitan su vida, comunes en Berlin y en San Francisco. Hay que abandonar el deseo de emulación de la diversidad sexual asimilada del norte global, quienes son diversas en cuanto forman parte de la modernidad, estando integradas a estas democracias fasci - liberales de los aparatos de Estado criollos herederos del republicanismo colonial, que perpetúan el sistema de explotación y la jerarquización de las vidas, entre vidas buenas - imprescindibles y vidas prescindibles. 

Lo nuestro aquí en el sur no es la cultura, la cultura siempre es sinónimo de cis-blanco-capitalismo, la cultura es instrucción, es ilustración, es formación, educación, erudición, sabiduría. La cultura es mundo, es civilización, nosotras somos disidencia sexo-humana, somos todo menos civilizadas, porque la civilización es una referencia directa a la ciudadanía y al Estado que sólo reconoce como ciudadano a quien  posibilita la familia nuclear, la propiedad privada, formando parte del contrato social. Para ser socio en ese contrato hay que poner plata. Nosotras no tenemos, somos las precarizadas, como las marikitas, los maricones, lxs jotos, como un engendro deforme, somos las anormales, significamos una quimera y un esperpento, porque somos una amenaza. Nuestra existencia amenaza la estabilidad de todo este mundo que es un error y  que deberíamos dejar caer. 

 
Casa de Magdalena, fotografía por Nico Cruz

Casa de Magdalena, fotografía por Nico Cruz

Fotografía por Nico Cruz

Fotografía por Nico Cruz

 

contra la cultura mainstream del ball room

Dentro de estas culturas que hay que traicionar, está la cultura mainstream del ball room. Mucha disidencia, mucha desobediencia, pero ¿Cuándo descolonizamos el vogue en estos territorios otros sudakos, indios, caribeños, mexas, antillanos? ¿Cuándo nos hacemos cargo de la violencia transfóbica, de la violencia blanca que reproduce los imaginarios binomiales de género y la heterosexualidad como régimen político dentro de las escenas en estos lados sureños? ¿Cuándo dejaremos de obedecer a ciegas, al pie de la letra las reglas y transformaremos la teoría y la pasamos por estas carnes y cuerpos negros/indios  y racializados no nortecentrados  localizados en estas otras coordenadas migrantes de marikas fugadas de normatividades? ¿Cuándo podremos incorporar a nuestro baile y poses nuestras historias indias, negras, racializadas y barriales sin que nos shoppen o nos digan así no ES? ¿Y qué hacemos con la injusticia de los jueces? ¿Cuándo dejaremos de ser la policía del vogue del norte y empezaremos a reapropiarnos de la injuria? ¿Cuándo empezaremos a manchar la escena desde lo sudaka, lo mexa y lo antillano con colores y dolores de esta región? ¿Hasta cuándo la maldita europa y los malditos estados unidos estarán ocupando todo en nuestras existencias y espacios de posibilidad de ser, incluso en la disidencia y mariconería? ¿Cuándo le dejamos de llamar runway europeo y americano, y le contra - bautizamos como pasarela azteca, inca, chola,  mestiza tercermundista? 

En la modernidad y en los valores del capital la justicia siempre es injusta y por definición es blanca. Europa siempre es la norma, es el centro y consciente e inconscientemente,  reproducimos  imaginarios y espacios dónde para ser humano es necesario hacerlo como lxs europexs y lxs gringxs. Aquí, deberíamos repolitizar la escena y regresar a las paredes escriturales que abrazan los jeroglíficos mayas, que cuentan historias mágicas y relatos fantásticos – espirituales, que son entendidos no desde una materialidad individualista propia de lo neoliberal, sino que conectan con el medio desde un enfoque colectivo y comunitario, donde se cruzan con la  naturaleza geométrica, pensando en spinoziano. ¿Por qué no devenir en una escena que dé cuenta de nuestro dolor, de lo que se nos arrebató y negó por la marcación de múltiples procesos de racialización, inferiorización y dominación? El vogue aquí siempre debería ser una práctica decolonial. Nuestro vogue debería ser otra propuesta, que recuperando el legado y la pose de las subalternas negras de la subcultura,  incorpore movimientos que manchen y desterritorialicen el tufo norteño, tomando  movimientos, elementos y localizaciones de nuestros  barrios, pueblos indígenas y afro-antillanos- caribeños, como un ejercicio de desobediencia y reapropiación. 

Deberíamos tener un escena que se mueva a su propio ritmo como el Calibán, que dé oportunidad de agenciamiento y transformación de los cuerpos indios y negros que intentamos estar allí. Deberíamos tener un ritmo que sea capaz de insultar al invasor y escupir a las culturas hegemónicas que se nos imponen, tal como lo hizo Calibán, que cuando su colonizador Próspero le dijo que le debía todo lo que sabía, su cultura y su idioma, Calibán siendo el “nativo, el bruto, el que no sabe hablar”, le respondió: “aprendí tu lengua para maldecirte”...¿Por qué a diferencia de las pioneras, no pensamos una pose fuera de alta costura, sin miradas por encima del hombro y la escenificación de superioridad humana que pose para Vogue, pero desde lo detestable e inhumano, tiznando su blancura e incorporando siempre otras sabidurías no occidentales y que no son cultura? 

Esto no sale de la nada, esto es producto de muchas reflexiones personales y colectivas, personalmente me gustaría incorporar pasos de palos y danzas antillanas del Caribe.  Alguien hace poco me dijo: “¿Por qué hay una manera de hacerlo si a nosotres nos influencian otras cosas?.. yo tengo esta fantasía de hacer vogue con pasos de saya, de danzas andinas que son parte de mi sentir... pero me da miedo ser rechazada”. 

Si bien es cierto que el ballroom fue corporizado por sujetos racializados y disidentes de la heterosexualidad, no es menos cierto que ha sido incorporado a la cultura pop en lógica capitalista y  encarna dinámicas y categorías violentas, que fomentan la rivalidad y valores del capitalismo de la competencia, basado en razonamientos liberales. Existen categorías transfóbicas hechas para “mujeres cis”, y aunque son muchas marikas pobres quienes participan,  sigue siendo clasista. Existen prácticas donde jurados paran medio ball para decir: “que es una falta de respeto hacer runway con zapatos inadecuados, que se debe de vestir como se dijo y con los zapatos correctos”. No todas las marikas pobres pueden pagar el vestuario y tener los accesorios perfectos para cada ball, asumirlo es racista y clasista, asaltar un museo no está al alcance de muchas...Son profundamente exigentes, pero es una exigencia blanca y de clase, que persigue la excelencia y el triunfo, cuando ya sabemos que la excelencia es blanca y de gente que dice “que se es pobre porque se quiere”. Nosotras las marikas negras afro indias descendientes, habitantes de las periferias, no somos exitosas somos expertas fracasando en la modernidad colonial del capital. 

Recuerden que incluso las vidas trans blancas valen más que las trans de aquí. Recuerden incluso que las voces negras localizadas en ciertos territorios centrales, pueden ser cultura hegemónica de este lado. Parece que hasta para desobedecer los referentes, hay que  mirar al norte. Hay que desobedecer, lo que significa contravenir, contra -proponer, dejar de hacer, insubordinarse, desacatarse, transgredir las normas establecidas y rebelarse contra la cultura y contra toda cosa que aspire a ser norma.  Hay que rebelarnos a pesar de la policía del vogue, de  “la cultura de la cancelación”, del escrache y de la denuncia” cuando no se respetan los cánones y las eminencias e instituciones de la escena, cuando sabemos que hay muchas maneras de devenir vogueras… 

Yo en el vogue encontré alegría y agenciamiento, en especial en mi no House, sino en mi Casa de Magdalena, porque hasta para nombrar las cosas hay que hacerlo como allá. Hay que poner un alto, la cultura  mainstream del norte ya no debe de colonizar nuestra creatividad y encarcelar nuestros devenires. Llamémosle casa, baile de salón o calle, reinventemos las categorías, reapropiémonos de los elementos, saquemos la transfobia, hay que devenir en no cis, hay que romper la tradición dictatorial de las dicotomías sexo-género y de todo nuestro pensamiento, que seguimos reproduciendo...

Abandonemos el liberalismo y la competencia ruin, abracemos la comunalidad, recordemos que no bailamos, posamos y modelamos solas;  siempre es relacional, es con otres.  Vivir en casa, en familia y ocupar un salón se hace en comunidad, no emulamos la falsa e inexistente comunidad lgbtiq+, no bailemos con el norte, traicionemos esa cultura, bailemos con los sures, con las negras, con las indias, con las mestizas, con nuestros paisajes des-globalizados. Hagamos vogue a nuestro modo. 

Comunidad no significa juntarse, significa abrazarnos mientras bailamos y posamos, en lo que resistimos y luchamos contra todo orden de opresión. Escribo estas líneas desde el amor revolucionario que resonaba en la chicana Chela Sandoval, amando profundamente a quienes hemos encontrado sentido aquí, pero pensando que la revolución es necesaria para encontrarnos en otras coordenadas fugadas de lo europeo y lo americano, dígase de lo nacional. 

Referencias: 

Anzaldúa, Gloria. 2004. “Movimientos de rebeldía y las culturas que traicionan.” Borderlands, La Frontera, The New Mestiza. 

Fanon. Franz. 2009. Piel negra, máscaras blancas.” AKAL. 

Sousa Santos, Boaventura. 2009. “Epistemologías del sur.” AKAL.

 

Waquel Drullard - Afro-indie-descendiente-mestice-fronteriza habitante del tercer mundo. Heterosidiente, fugada del  Estado dominicano y del sistema sexo-género. No binarie, anticolonial, marika y parte de las colectivas  AFROntera y DécimaOla, y Casa de Magdalena.