Huyendo del feminismo para salvaguardar mi existencia: mi mayor venganza será que te quedes con él

Bloque racializado en la marcha del 8M en Madrid, España (2020) Fotografía Catalina del Mar.

Bloque racializado en la marcha del 8M en Madrid, España (2020) Fotografía Catalina del Mar.

Por: Waquel Drullard

El cansancio de un dolor basado en una experiencia 

Estoy cansada de las víctimas, estoy muy cansada de las magdalenas eternamente quebrantadas, ocultas en la razón cristianocéntrica que lloran todo el tiempo desde una posición pasiva de no responsabilidad de sus agencias, que no solo generan acciones de todo tipo, sino también, concretamente violencias racistas y patriarcales. Estoy cansada de sus identidades sagradas y fijas que se construyen desde el martirio contra subalternidades y sujetos periféricos – en lógica de olimpiadas de opresiones - mientras están en alianza con el Frente Nacional por la Familia, con el poder estatal y todo su aparato represivo gubernamental que refuerza la cárcel de la identidad, edificando lugares seguros de enunciación y buscando espacios de representación en el capital, pidiendo más leyes, más control y más poder. En otras palabras: exigiendo su lugar en la mesa del sujeto hegemónico. 

Estoy cansada de sus exiguos y desvalidos discursos repletos de lágrimas frágiles que rezan como si se tratara de una misa: #YoTeCreo, para a partir de ello construir una falsa verdad que exige la cabeza de alguien a través del escrache de personas que “culpables” o no, son arbitrariamente judicializadas sin tener derecho a hablar, porque al aceptar de facto como verdad bíblica el creer a ciegas que es por definición una injusticia fascista y esencialmente biológica. En un in-mundo donde la tergiversación, la fiscalización y la policía del pensamiento de los activismos occidentalocentrados controlan y vigilan, es necesario decir que no apostar por el escrache como estrategia de justicia, no es igual a estar a favor de las violencias sexistas y racistas. De esas policías que comparten cuarto, barrio y espacios, también estoy cansada. 

Estoy cansada que, en nombre de sus identidades y sus experiencias universalizadoras, pidan más cárceles. Exigen más marcos normativos de castigo, más penas y trabajan por la consolidación del sistema de persecución criminal penal, cuando sabemos que solo persigue a gente racializada y pobre, en otras palabras, a gente jodida. Cansada de su colonialismo interno al negarse a ver otras formas alternativas de justicia fuera de la captura de las instituciones liberales del Estado. Estoy cansada de su racismo penitenciario cargado de moral cristiana que busca purgar culpas – tal como la iglesia -. Es urgente sortear el dispositivo culpa para poder encontrar una justicia otra ya que la culpa es la ilusión que utiliza la colonialidad del heterocapital para hacernos creer que los problemas son individuales y no herencias coloniales. Por esa razón, mucha gente ciudadana se siente a salvo y feliz creyendo que, encerrando a personas, esta “sociedad” la cual es un error, mejorará; ignorando que, si algo hay que destruir es el contrato racial, sostenido por quienes han puesto plata en el contrato social para que el capitalismo y la heterosexualidad como régimen político (1) , se mantengan. Hay que entender que candidaturas feministas y leyes contra discriminación racial, de género etc. forman parte de las intenciones del Estado y no hacen otra cosa más que reterritorializar. 

  1. 2015. Wittig, M. Pensamiento heterosexual. Traficantes de Sueños.

Hipocresías feministas… 

Cansada de sus hipocresías infundadas que siguen las modas del norte. Aún no entienden que el patriarcado no es universal, que hay mujeres que oprimen (la ama) y que los varones europeos no son los “varones” de estas coordenadas racializadas por el látigo de la mano de la modernidad, y que las mujeres blancas no son las “mujeres” de este vertedero llamado “Tercer Mundo”.  No comprendo sus incongruencias. Quieren abolir el trabajo sexual porque según “oprime” mientras criminalizan y precarizan a trabajadoras sexuales y clientes, todo esto mientras tienen sirvientas racializadas y pobres secuestras en medio de la pandemia en nombre del “trabajo doméstico digno”. Porque ustedes blancas son tan buenas que le prohíben la salida a sus sirvientas para cuidar la salud de sus familias heterosexuales, matrimoniales y nucleares. Espero que esos centros familiares de reproducción de dolor  desaparezcan en algún momento. Harta de las que deciden en nombre de su feminismo qué es bueno y qué es malo. No sé si saben, pero es moralismo cristiano, y de ahí siempre hay que escapar. Yo les hablo por las muchas veces que mami se quedó con sus familias y no llegó a casa. 

Son unas hipócritas porque creen que el trabajo doméstico es más digno que el trabajo sexual, pero lo que hacen es extraer la agencia de administrar el capital sexual de sujetas para pasarlo al control legislativo del Estado. Ustedes explotan cuerpos racializados (trabajadoras domésticas, campesinos, albañiles, jardineros, obreras en maquilas, recogedores de basura, repartidores, etc.) creyendo que es menos digno hacer unas mamadas en 10 minutos solo usando la lengua, ganando lo que gana la sirvienta en una semana de trabajo. Creen que es peor sacar la leche que durar 14 horas parada en una maquila/zona franca, en nombre del empoderamiento femenino. Hipócritas, no viven fuera del capital. Ustedes eligen no cobrarle a lo que nombro: capitalismo como régimen represivo.  Si algo tenemos claro las marikas travestis, es que a la revolución iremos con dildos en el ano y con el culo bien abierto, porque si no se coge no será. 

Si quieren abolir algo ¿por qué no empezamos haciendo una crítica a las pilas de cuerpos asesinados por el tanato-capitalismo y el necro-Estado; cuando ya sabemos que el capitalismo para cumplir su cometido de acumulación, no solo acumula medios y riquezas, sino que se lleva vidas desbordadas tercermundistas por delante? El problema aquí no es el trabajo sexual, es algo más grande y fusionado que ustedes no han querido ver debido a su no querer ver más allá de la razón feminista eurocentrada (2).  

Hay un feminismo violento, profundamente racista que cree que el trabajo doméstico funciona únicamente en los términos de Betty Friedan, donde hay una mística esencial propia de todas las mujeres, sin considerar localizaciones, en relación con el trabajo reproductivo, cuando sabemos que en los barrios periféricos y favelados como Sabana Perdida, Rep. Dominicana,  de dónde vengo,  todas las mujeres de mi familia y casi del barrio iban a ser las sirvientas en sectores privilegiados en “casas de familia” mientras nosotrxs nos quedábamos a sostener el hogar. En mi experiencia junto a mis hermanos y mis hermanas, nos distribuíamos las tareas domésticas (mi hermano cocinaba, mi hermanito lavaba los trastes de la mañana, yo barría y trapeaba etc. y nos preocupábamos mucho por tener la casa y la comida lista cuando mi mamá llegara de limpiar otra casa de una rica de Piantini o Arroyo Hondo). Muchos de los varones negros del barrio trabajaban para el ayuntamiento y recogían la basura todos los días, los cuales seguro son los mismos que le llevan la comida caliente en Rappi a muchas feministas que escriben y publican sobre la opresión de TODAS las mujeres, debido al poder homogéneo y simétrico de TODOS los hombres. A ustedes les digo: RACISTAS, son las sujetas de la colonialidad del feminismo. 

El problema del feminismo es que universaliza, ejerciendo violencia epistémica en palabras de Spika y colonialismo discursivo, pensando en Mohanty. Y con eso exporta la vivencia de las mujeres blancas a barrios caribeños como el de Sabana Perdida, y no comprenden que hay subjetividades que experimentan las violencias de la colonialidad patriarcal sin ubicarse en la ficción mujer. Hay cuerpos biopolíticamente asignados como hombres que no tienen experiencias ni socialización en la masculinidad. No niego en absoluto la existencia del patriarcado, lo que digo es que no es simétrico y general como predican las académicas, Naciones Unidas y sus discípulas. Lo que debemos entender es que la razón androcéntrica occidental que construye pares binomiales heterosexuales para fines de jerarquización (mujer y hombre), feminizando sujetos y colocándolos en matrices menores en relación con sus contextos, se combate desde una postura descolonizadora contra-moderna y anticapitalista. Y no desde la reivindicación de identidades biológicas naturales universales: mujeres y hombres - vulva igual a oprimida, pene igual a opresor, naturalizando la violencia colonial. Eso se queda corto y no llega a la raíz. Hay que abandonar la identidad como política y habitar la frontera como devenir, pensando en Anzaldúa.

 

2. Espinosa, Y. Una crítica descolonial a la epistemología feminista crítica.
 El Cotidiano. Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Azcapotzalco,  México. 

Insistiendo sobre el secuestro sororo 

Insisto, ese no querer ver, hace que se hable de sororidad global, ante situaciones de secuestro doméstico en el contexto de la pandemia del COVID19 por mujeres blancas a sujetos racializados bajo amenazas: “te quedas aquí trabajando sin salir o te quedas sin trabajo, porque no voy a arriesgar a mi familia por tus salidas”. Les pregunto a esas mujeres ¿dónde está su sororidad? La sororidad ha sido una gran mentira. Es una herramienta conceptual que se basa en el biologicismo esencial del cuerpo sexuado, para construir falsas alianzas nunca materializables entre la ama de la plantación y la esclava, para poder construir así una pasividad des-emancipadora en quien tiene las cadenas, encarcelándolas en la filiación de la identidad con fines de homogeneización y la reterritorialización de experiencias de las vidas de las in-llorables del tercer mundo en nombre de la igualdad de género y la comunidad internacional. 

La colonialidad feminista es un dispositivo ideológico occidental, se concreta en la exportación e imposición de su (in)justicia liberal que fragmenta y rompe el tejido de comunidades, provocando divisiones de pueblos y barrios periféricos, en nombre de la razón de Estado y bajo el discurso de los derechos humanos, que dicho sea de paso, no son de todxs y no todxs nacemos con ellos. El brazo armado del feminismo es el derecho. Y el derecho no es una herramienta de cambio y transformación social como se nos ha hecho creer. No es más que una herramienta neocolonial que genera desigualdad, pobreza y se usa para defender a quienes están en el centro y gozan de propiedad. El derecho no existe fuera del neoliberalismo y la propiedad privada. El derecho es un monopolio estatal creador del artificio “legal, lícito y legítimo” para ennegrecer las cárceles del mundo. En las cárceles no caben todas, solo nosotras las monstruos anormales. Si algo es lícito y legal es razón suficiente para salir corriendo y dudar. Lo que la modernidad reconoce como legítimo quiere decir que unas viven y otras mueren. 

Cierto feminismo junto a otros movimientos sociales, se ha convertido en el guardiacárcel de la identidad. Es quien vigila muy celosamente sus límites y sus protocolos. Es racista porque es eurocéntrico y replica un saber colonial que dicta quién es quién. Construye y defiende un sujeto que no existe: la mujer universal. Deja ver el funcionamiento sistémico de la colonialidad y el capitalismo, para solo hacer una lectura del mundo en clave sexo-género, perpetándo el heterocapitalismo y su dispositivo identitario binomial “mujer y hombre”. El feminismo niega la existencia de otras experiencias como la mía, quien fui clasificado hombre por este heteromundo y a pesar de ello, nunca he tenido una práctica de socialización masculina. 

Estoy cansada que como marika travesti me tengo que callar porque según las feministas contradictoriamente a lo que dijo el feminismo de los 70s, “biología resultó ser destino” y validan la episteme colonial que usó occidente desde su entramado discursivo de la ciencia y la biología, que nombró biopolíticamente mi cuerpo como varón y mi pene como opresor por nacimiento. Las feministas nunca me creyeron cuando les hablé de mi experiencia de fuga y todas las violencias cis-hetero-patriarcales que experimenté. Les conté de las veces que en el barrio dijeron a mis espaldas: “ese niño de Juanita es una niña, mira como se parte, es una mujercita, y de los golpes que recibí por no ser tan hombre y ser demasiado mujer”.  La socialización no es tener un pene y que la clínica te haya nombrado él, es más complejo que eso. Hay cuerpos anormales que a pesar del diagnóstico, nunca lo acatamos. Somos desertores y ese desacato se paga con violencia. Y cuando fui al feminismo a decirles que hay una violencia patriarcal que me había lastimado mucho y que entendí lo que explicaban, me cerraron la puerta. Eso que llaman espacio seguro, es lo más inseguro que he vivido. Feministas en Reforma me han pegado y una hasta me intentó golpear con un bate, error que no pasó porque otras amigas intervinieron diciéndole que estaba con ellas. Tuvo que ser un cuerpo con popola (vulva) que dentro de la lógica de la antropología del control binario, dé la visibilidad – el passing de quien la heterosexualidad como régimen político reconoce válido aceptar como mujer o hombre – es decir, la biología – en este caso el cuerpo de la “mujer” que tuvo que interceder por mí cuando mi voz y mi experiencia travesti y no cis, eran insuficientes ante esa ola que marchaba en nombre del feminismo por más leyes y más igualdad de género. Cuando sabemos que la igualdad de género es racista y heterocapitalista. 

Los que nunca seremos, abandonemos el feminismo 

Así como europa debe abrazar la muerte y dejar de respirar, nosotrxs debemos abrazar nuestra no humanidad, nuestra monstruosidad, nuestro terror, nuestra animalidad vegetal y no antropocéntrica. Hay que amar nuestro dolor periférico, nuestra vivencia fronteriza, porque somos frontera. Somos justo esa línea que edifica las geografías nacionalistas de los Estados. Somos esos bordes de los centros, esas líneas que dividen, somos esos ríos que fluyen y escapan de cauces fijos e identidades homogéneas. Somos esas vallas que cercan que son tanto de allá como de aquí, que habitan dos lados al mismo tiempo. Somos esos caminos solitarios donde se escapa lo nacional y donde el gobierno solo llega a través de su brazo represivo policial migratorio, con fines de captura. No somos identidad. 

A golpes he aprendido a dejar lugares, hay que saber abandonar cuando ya no se es querida. Cuando siempre se intenta ser humana, una termina capturada, subalternizada y revictimizada. Porque lo bestial no pertenece a la modernidad. Hay que abandonar muchas cosas, entre ellas el feminismo. No existe eso de “otro feminismo”, hay feminismos whashiados, siempre será una ideología moderna occidental propia de la blanquitud, propio de la feminidad blanca y liberal humana. Porque lxs bestias no somos femeninas -feministas, somos feminizadas, somos muchas cosas más. Las travestis nunca hemos tenido lugar en el feminismo, porque no parecemos “mujeres reales”. Por mucho tiempo a las negras e indias se les negó y se les sigue negando su condición de personas, por eso muchas se preguntaban si eran realmente mujeres. Porque para ser mujer se debe ser humana, no hay mujeres no humanas. Declararnos no feministas es declararnos contra occidentales, porque el feminismo es otra forma de colonialismo. Nosotras siempre hemos luchado sin ser feministas. Mi madre, mis abuenas, mis tias, mi padre y abuelos negros siempre han resistido sin ser feministas. El feminismo busca la igualdad y la equidad en privilegios en el sistema moderno colonial. El feminismo es un discurso de la blancura. Los gobiernos, los ejércitos y las policias se proclaman feministas porque el propio feminismo hegemónico pidió su incorporación, en un mundo donde eso pase, es una señal que hay que dejar ir. Creemos otra ecología. 

El feminismo tiene defectos de nacimiento, y no es solo su nombre, sino que para existir en el feminismo imperecederamente se apela a la lógica de la identidad femenina como lugar cerrado y categorial, donde caben y se define a sujetos propios de él. El feminismo como la blanquitud es un derecho de propiedad, el feminismo no es un movimiento de las mujeres, porque la realidad es que deja a muchas y a otras vidas afuera. Solo se es blanco cuando se tiene privilegio de clase y “raza”, y solo se es feminista cuando se tiene credencial real de mujer. Y todos los feminismos, unos incluyentes y otros menos, apelan a un sujeto político mujer. ¿Por qué nos empeñamos en usar un entramado discursivo que no nos funciona? ¿Por qué insistimos en ser humanas? El feminismo es violento porque lee el mundo desde un solo lugar,  desde la invención de dimorfismo sexual– sistema sexo/género/humano - dejando fuera a mucha gente subalterna que sufre las violencias patriarcales del colonialismo y el racismo. El pater familias está en europa, no aquí. El feminismo no existe fuera de la razón eurocéntrica. Hemos importado una experiencia que nos fragmenta y no nos pertenece. 

El feminismo como teoría de la blanquitud apela a esencias, aunque las nieguen, apela a cuerpos totalizadores desde la cultura y desde lo biológico-natural, armándose de un aparato fármaco-médico, para ejercer una violencia constitutiva de nombramiento del binomio heterosexual. El feminismo ha sido cómplice del poder. Para excluir y generalizar, se han negado a ver la potencia política de entendernos como una ficción, en cuanto sabemos que nadie nace sino que hemos sido producidas. Es egoísta leer solo desde el patriarcado, cuando sabemos que patriarcado no funciona sin capitalismo, sin colonialidad, sin racismo y sin clasismo. Y no estoy hablando que hablen ahora por las pobres negras y marikas. Hablo de que este sistema patriarcal afecta y genera violencias genocidas contra “varones” y sujetos no hegemónicos.  El feminismo habla de las mujeres como si todas lo fueran o como si ese lugar existiera de manera homogénea. Hablan de los hombres como si todos fueran uno. Algunas de nosotras solo hemos sabido ser marikas travestis toda la vida. 

No se trata de que hablen de todo, ya hay muchos feminismos que han integrado estos marcos de análisis, pero caen en lo mismo: en ser incluyentes, mujeres buena onda que son incluyentes. La inclusión en sí misma, es un error. Hablemos claro, el feminismo nació en europa, ya por eso debe de morir. Y eso no significa que no luchemos contra el antrocentrismo y las violencias sexistas, significa que nos urge encontrar otra ecología para nombrar lo que nuestras ancestras han hecho desde antes de la ilustración y la hegemonía mundial de la teoría feminista. Creo que una postura anticolonial, debe ser obligatoriamente antisexista y antipatriarcal, entonces empecemos por ahí. 

Por experiencia les puedo decir que solo les creen a quien tiene popola. Es decir, para moverse se basan en el cuerpo sexuado como verdad histórica.  Arrojan a los cuerpos de las travestis a la medicalización y a los controles del régimen político del cuerpo fármaco- drogado: “si quieres ser mujer parécete, medicate, hormónate, opérate, enséñanos tu órgano reproductor reasignado y validado por la ciencia”. El feminismo piensa en el futurismo reproductivo (Lee Edelman) que es  binario y perpetúa la heteronorma para poder existir. El feminismo está colonizado por el paradigma de la visión. Se ve y luego existe el feminismo, el feminismo co-edifica la dictadura binaria – complementaria del cuerpo sexuado occidental. 

Hay que decir, que existe un feminismo que se basa en la exclusión, que está en una constante búsqueda de la elección de quién puede estar en las filas de esa lucha, que privilegia la experiencia de las mujeres y de las mujeres cis que no reconocen las otras múltiples formas de vivencias y sufrimientos de quienes no somos mujeres, mujeres otras, de quienes somos travestis, travas, marikas, pájaros, bolleras,  fronterizas. La blancura del feminismo queda evidenciada cuando se muestra incapaz de vernos a la cara: a nosotras las mostruos. 

El feminismo en toda su diversidad, termina reterritorializado al construir desde y para una identidad occidentalocentrada. Cuando se apela a esa identidad sin quererlo, se termina encapsulada en el régimen de la heterosexualidad, en los binarismos de género y en el capitalismo, porque las identidades “mujeres y hombres” existen porque son fundacionales del capital. Sin ellas no sería posible la tecnología familia  y el dispositivo heterosexual que hace posible la colonialidad del poder. El feminismo es capitalista y quienes se apropian de esta lógica dueñista del mundo desde sus identidades coloniales, sólo pueden ser los sujetos hegemónicos binarios heterosexuales blancos, porque el feminismo es una forma de colonialismo. El feminismo en su lógica de propiedad, apela cotidianamente a la representación en lo liberal, representación que se traduce en una silla en la mesa del patrón global de poder, garantizandoles derechos humanos. Como ya dije y no dejaré de repetir, los derechos humanos solo son para los humanos, para quienes pueden participar en el contrato socio-racial. El feminismo es una cláusula de dicho contrato colonial y los derechos allí son adquiridos.  

El feminismo no es el camino porque fragmenta, divide, departamentaliza, hace y obliga a tener una visión particular desde un sujeto determinado (todos los feminismos). Las lentes violetas son racistas y obstaculizan ver la matriz. La propuesta es abandonar a Europa y todos sus entramados discursivos – el marxismo tambien por ejemplo – y hacer una lucha anticolonial, anti-hetero-capitalista, transmoderna, antirracista y contra-antro-patriarcal. No necesitamos la teoría feminista, ni en su versión original ni lavada de inclusividad para luchar contra la masculinidad violenta colonial.

 
 

Punitivismo feminista: continuando la crítica porque es demasiado que decir… 

¿por qué son tan punitivistas? La ley y la prisión son herencias coloniales. Me cago en el Estado y en sus leyes. Las leyes nunca funcionarán. Las leyes siempre asimilan y criminalizan a quienes están abajo. Los feminismos siempre quieren representación, siempre quieren reconocimiento, siempre quieren identidad, siempre quieren poder, siempre quieren contar otra historia. Yo no quiero eso, quiero desbaratar el mundo, destruir la narración lineal escrita por occidente. No puede existir una historia de las mujeres cuando no existe ese sujeto “mujeres” tal cual lo han descrito cuando somos de muchas otras formas. Me niego a reconocer una historia que se construye sobre los cuerpos de las marikas travestis que siempre hemos estado, antes del 1492. Insisto, no niego al androcentrismo y la existencia de prácticas patriarcales. Hay que luchar contra ellas, sin embargo creo que no necesitamos el feminismo para hacerlo. 

Estoy cansada de explicar, de justificar, de dar razones, de contar los motivos. Estoy cansada de que me incluyan. Un sitio que debe estar siempre bajo el mandato de la inclusión debe de ser abandonado, porque la inclusión siempre es liberal. Estoy cansada de las terfs (feministas trans excluyentes) y sus discursos de odio de “borrado de mujeres” cuando son ellas las que borran las marikitas, travas y travestis.  En un país como México, que ocupa el segundo lugar a nivel global en “transfeminicidios” (3) ¿De qué borrado hablan cuando el promedio de vida de una compañera trans es de 35 años, cuando son las más precarizadas y son quienes más experimentan las violencias cisheteropatriarcales y condiciones de profunda explotación? ¿Quiénes están presas y negadas a acceder a derechos y a condiciones más básicas de vida? ¿De qué borrado están hablando, cuando somos los sujetos abyectos, marikas trans y travestis quienes se les niegan lo que tanto defienden en sus cumbres internacionales de la ONU por los derechos humanos de las mujeres (CEDAW), es decir, derechos? No creo en un movimiento que pide dignidad para un grupo, mientras dejan que asesinen a otro cerrándole las puertas, defendiendo un sujeto que no existe. No hablen de sororidad cuando no tienen la capacidad y la empatía de defender a campesinos, pueblos/comunidades indígenes y varones de barrios populares que son encarcelados solo por su marcador racial implantado por el Estado, porque las cárceles son racializadas y son un lugar reservado para lxs indeseables. Cualquier feminismo que no sea anticarcelario es racista y colonial. Entonces, ¿por qué piden y celebran más leyes todos los días? Su liberalismo las delata. Si son tan feministas y sororas ¿por qué no luchan contra las transnacionales globales deslocalizadas que son de sus países que explotan a comunidades en el sur global?  ¿por qué no repiensan el concepto de justicia y apuestan por otras formas alternativas, abandonando el #MeToo y el escrache y luchan contra todas las leyes, dejando el punitivismo y  las peticiones de penas más duras? ¿por qué no 

empiezan ustedes a romper el pacto racial – patriarcal y luchan contra el verdadero opresor que ocupa la recamara principal: el amo y de paso matan a la ama que habita dentro de ustedes? 

Hay que abandonar el feminismo, porque por mucho tiempo en vez de dejar la plantación, nos hemos refugiado en la casa de los amxs, cambiándonos de un cuarto a otro, y no hemos sabido dejar caer, dejar ir, construir en otro lado donde no nos pidan credenciales biológicas,  reales y originales, donde podamos tejer de otro modo y construir una opción anticolonial otra,  fugada del pensamiento y la filosofía occidental. Porque siempre han existido personas, entre ellas “mujeres”, antes de la primera ola,  que han luchado por liberación, y no eran feministas, porque la lucha se comprendía en una complejidad específica. El feminismo nació burgués, y por más apellidos que se les pone, sigue siéndolo. 

Contrario de Deleuze y Guattari, no se puede devenir en mujer, porque el devenir siempre es minoritario.  Se deviene trava, marikón, bollera, pájara, joto, monstruo… En la hegemonía identitaria ficcional mujer – hombre, no hay devenir, hay captura, control y gestión. 

3.Uso este término por cautela por su connotación jurídica.

Mi mamá: un adiós al feminismo 

Mi mamá ha luchado toda la vida, no terminó el bachillerato, no sabe que es el feminismo. Es una mujer popular de Sabana Perdida que siempre ha resistido. No la llamen feminista. Es una cimarrona. Como cimarrona piensa un mundo inmundo y diferente. No imaginó tener una casa y una plantación. Audre Lorde lo dijo, las herramientas del amo no desmontarán la casa del amo. El feminismo es una herramienta y un producto de la modernidad. Te hago una propuesta: si nos hacen daño, vamos a fugarnos y hagamos una manada (nunca familia), sin buscar maternidad deseada, sin querer  matrimonio deseado, sin desear igualdad en el trabajo, sin desear representación. A nosotras las no humanas, el feminismo nunca nos ha querido. Ya no insistiré en tocarle más la puerta. Los reniego a todos ellos, incluyendo a aquellos que son muy críticos, pero convergen en una misma cosa: su heredera, su sujeto, su ama,  su mujer, su identidad. Prietas, negras, indias, periféricas, marikas, putas…larguémonos y en el camino matemos todo lo blanco. 

 Mami, la criminal

Nacer, vivir y criarse en las periferias de un barrio de República Dominicana, donde empezó la masacre, es nuestro mayor acto de resistencia. He estado con mucha gente en mis tránsitos migrantes, cruzando y descruzando borderlands, vayas, ríos y paredes… Siendo la hermana extranjera, aquella a la cual hacía referencia Audre Lorde, siendo la otra, la foránea de la universidad, la morena, la negra, la exótica, la precaria, la becada para comer en la cafetería, la que está en aprietos por el control y la constante vigilancia del Instituto Nacional de Migración, que no busca otra cosa que la regulación que ata, que sujeta y que produce subjetividades dentro de la matriz de la ciudadanía del bien,  portante de capital, de la tarjeta de regulación, del permiso para existir y caminar, gente dueña de la plata y de cuerpos migrantes como mano de obra barata. 

Hablaré de mi madre, porque yo soy ella y ella soy yo. Soy una pulsión viviente y en muchos momentos lo más detestable. Soy detestable porque mi madre es una criminal, aunque siempre me decía malcriado, respondón, que no me podía quedar callado, que siempre tengo que soltar la bemba. De ella aprendí a romper las leyes, las múltiples normatividades que nos configuran. Yo aprendí de mami a ser la peor ciudadana, la más mala. Mami era una villana cuando nos sentábamos las noches a ver la novela de las ocho. Sin decirnos-sabíamos que no éramos la protagonista eterna sufrida y buscadora de rendición en la blanquitud cristiana del final feliz del matrimonio heterosexual, mami era una villana -.  Ella nació y se crió en la frontera entre la ficción del Estado dominicano y una zona muy al sur del país (cerquita de Haití).  Ella es un alma de dos lados. Vendía clerén, aguacates, ropa de paca, peleaba con machete – ella tenía dos machetes afilados atrás de la puerta de la cocina. Cuando alguien me hacía algo, cuando la heterosexualidad como régimen político me golpeaba, ella salía, se quitaba los aretes, se ponía un pantalón y un poloché.  Siempre llevaba el cabello corto por estrategia, criticaba a las que se jalaban el cabello – decía que así los golpes salen repartidos –. Ella agarraba el machete y se abruzaba, los hombres le tenían miedo. Mami era fuerte. 

Sigue en resistencia en esta vida invivible, pero ya no tiene la misma fuerza. Una vez mi papá intentó pegarle y le rompió una lámpara de trementina prendida en la cabeza. Cuando me decían mariconcito, mujercita y las vecinas comentaban desde la esquina del colmado: “mira ese muchatito tan buenmozo, pero le salió dañao a Juanita”, mami era la única que las enfrentaba, porque no hay gente más chismosa que las dominicanas. Las odié mucho. Luego me di cuenta de que el chisme es un escape en una isla adolorida y cuyas playas hermosas y valoradas por el turismo occidental son realmente una cárcel. 

Contra las terfs 

Estuve presente en la tertulia Magaly Pineda hace unas semanas, lo cual me provocaba alegría reunirme con dominicanas, siendo exiliada por el régimen heterosexual de ese territorio ocupado por el Estado criollo dominicano. Me dio alegría saber que podría estar y escuchar a un grupo de compañeras negras reflexionando sobre el feminismo y la teoría queer, desde el Caribe. La expectativa era una clase de regresar a casa, al verme con experiencias y miradas situadas en cuerpos y subjetividades caribeñas. Pero me llevé una gran sorpresa, la gran mayoría eran terfs. Si, feministas que excluyen a las personas trans del feminismo, que dicho sea de paso y ya respondiéndoles, no es un insulto. Se trata de una literalidad: son feministas que creen que las personas trans no caben y no tienen que estar en el feminismo, porque consideran que ese lugar es para y por las mujeres reales y biológicas humanas de verdad nacidas y validadas desde la concepción por la institución colono-patriarcal de la clínica de la ciencia moderna. 

Repitieron el credo: todas las mujeres por su sexo están oprimidas, por ser mujeres son víctimas, dando a entender que  todos los hombres por ser hombres son agresores o violadores en potencia. Creen en la naturaleza ahistórica y dada del cuerpo sexuado, afirman la dicotomía heterosexual del sistema sexo – género, validando que hombre y mujer se ha creado, dejando de reconocer la potencia política en el devenir minoritario. Es decir, a pesar de la experiencia de transitividad y la vivencia de todas las violencias patriarcales que se experimentan en un mundo cisheterocolonial siendo trans, marika o travesti, insisten que no importa esa experiencia vivida, porque biología es destino, tal como lo dice la biblia. Sí, parece secta evangélica. No creen en la agencia transformadora que puede tener una subjetividad para labrar sus propios deseos y potencias, declarándose aliadas de la gestión identitaria que opera la heterosexualidad como régimen político. 

La mayoría (no todas) aplaudían posturas que son simplemente mentiras: “que las mujeres trans violan a mujeres cis en las cárceles”, cuando sabemos que las mujeres trans son objeto de discriminación, estigmatización y criminalización por habitar una corporalidad no hegemónica, y sufren abusos y graves violencias en todo su proceso de interacción con el sistema penal. En la mayoría de los casos de la región, las mujeres trans son encarceladas en prisiones con varones en contra de su voluntad, violando su derecho a la identidad y siendo objeto en mayor proporción a violencias machistas y abuso sexual. Según un informe, las mujeres trans experimentan condiciones de encarcelamiento más inhumanas e inseguras. Entonces ¿de qué hablan las terfs? Las terfs siempre mienten descaradamente para justificar misoginia y su discurso de odio. 

También dijeron que las mujeres trans borran a las mujeres. Seré breve. Primero empecemos diciendo la obviedad: las mujeres trans también son mujeres. Segundo, es esencialista no reconocer la conciencia de una persona, es igual a negar su existencia, lo cual es fascista. De qué borrado hablan si las que están borradas son las personas trans, quienes sufren en carne propia en lo cotidiano la simbolización del odio, estando la mayoría, en condiciones de precariedad y subalternidad. Los derechos de unas no afectan los de otras. Esa lógica de la suma – cero es neoliberal y blanca. Que a las personas trans se les garantice su vida e integridad personal, no significa que mujeres cis tendrán menos integridad y vida. Lo que me queda claro es que la identidad siempre será un territorio de lucha porque en ella habitan los intereses del heterocapitalismo. La herencia y la participación en el contrato social es posibilitado por el tecno-dispositivo identidad, por eso se aferran a sus identidades, naturalizándolas y edificándolas como Estados-naciones, porque justo ese territorio le permite el derecho a heredar privilegios coloniales. Por esto, hay que abandonar la identidad humana como espacio estratégico de lucha y habitar la contradicción y la inseguridad enunciativa de la frontera. 

Finalmente, les pregunto ¿qué es ser mujer? Aparte de ser una ficción impuesta por la razón heterociscolonial, me parece peligroso encapsular algo que puede ser muy amplio, definiéndose por medio de conceptos tan claros y transparentes, creando un sujeto inexistente. Hay que escapar de estas ficciones categoriales que funcionan en tanto máquina de eurocentrismo y modernidad para fragmentar y así poder controlar nuestras subjetividades y agencias. Repito: escapemos del dispositivo político de control “la definición” que nutre categorialmente la cárcel de la identidad.

A ustedes terfs, les dedico está canción de la India: 

Ni pienses que voy a pelear por él (por el feminismo)
Ni sueñes que voy a luchar por él
Yo te lo regalo
Llévatelo lejos, él es mala suerte
Y yo no lo quiero

Mi mayor venganza será, será
Que te quedes con él
Mi mayor venganza será, será
Que al pasar de los años
Tu descubras su engaño (pensar que el feminismo tenía un único y universal sujeto político: la mujer biológica real humana hembra)
Y como un alma en pena vivas al fin
Moribunda de amor (por tu fascismo interiorizado)
Moribunda de amor
Mientras yo me río

Moribunda de amor
Mientras yo me río (porque como han dicho ya muchxs: nuestra venganza también será ser felices).




El feminismo es una institución, y al ser una institución hay que saber abandonarlo. Ya no cojamos con occidente, traicionemos todas sus clases condicionales que alimentan categorías y teorías, y vivamos en la fuga. Abracemos nuestra monstruosidad y rabia, y seamos las indeseables- inasimilables. Que nuestra casa sea la no-identidad.


Referencias 

-2015. Wittig, M. Pensamiento heterosexual. Traficantes de Sueños. 
-Espinosa, Y. Una crítica descolonial a la epistemología feminista crítica.
El Cotidiano. Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Azcapotzalco,  México. 
-2019. A. Quijano. Anibal Quijano ensayos en torno a la colonialidad del poder. 
Ediciones el Signo. Duke University.